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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 5, 2025 - 3:45 pm
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Estados Unidos ha sido el principal respaldo militar y diplomático de Israel durante la guerra en Gaza, que ha dejado decenas de miles de muertos, una profunda crisis humanitaria y acusaciones de “genocidio”. A la luz de los ataques, las exportaciones de armamento y el apoyo político, surge una pregunta clave: ¿hasta dónde llega la responsabilidad estadounidense en el conflicto que ya cumple dos años? Lo analizamos.

Quien entrega el arma, ¿comparte la culpabilidad de quien aprieta el gatillo? Es una de las preguntas que la comunidad internacional se ha formulado durante los últimos dos años. En especial, desde que el mundo comenzó a reconocer que Israel ha perpetrado una masacre —calificada como genocidio por un comité de investigación de las Naciones Unidas— a causa del incesante bombardeo de plomo y hierro sobre la Franja y de unos organismos internacionales incapaces de detener el conflicto.

Sin embargo, Tel Aviv, que mantiene vínculos diplomáticos y comerciales con decenas de países, cuenta con un aliado esencial: Washington. De esta manera, Estados Unidos se ha consolidado como el principal respaldo diplomático y militar de una masacre que ha dejado, al menos, 67.000 muertos.

Cuando Hamás y la Yihad Islámica palestina cometieron el brutal atentado del 7 de octubre, que se saldó con alrededor de 1.200 israelíes muertos, Estados Unidos fue el primero en condenar la matanza, a la que se sumaron la Unión Europea, Alemania, Francia, Reino Unido y otros aliados occidentales.

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A través de un comunicado de la Casa Blanca, el entonces presidente estadounidense, Joe Biden, expresó su total apoyo a Israel y calificó el ataque como “terrorista y atroz”.

Pero no solo hubo palabras. Al respaldo militar que históricamente ha definido la relación entre Estados Unidos e Israel se sumaron varias medidas: el portaaviones USS Gerald R. Ford y otros buques de guerra zarparon hacia la región; el entonces secretario de Estado, Antony Blinken, reafirmó el “derecho de Israel a defenderse”; y Washington preparó un paquete adicional de municiones y armamento para reforzar la Cúpula de Hierro.

Biden, en concreto, fue claro al condenar y ayudar a su socio más preciado. Acciones explícitas en el plano militar que también pasaron por el plano diplomático: a Blinken lo mandó de gira por Medio Oriente buscando apoyo para Israel, y los representantes estadounidenses en la ONU bloquearon resoluciones que pedían “pausas humanitarias” porque no se mencionaba explícitamente a Hamás.

Viajes, llamadas, guiños diplomáticos y fuerza militar: Estados Unidos fue implacable en las primeras semanas de ofensiva israelí, pero Biden avisó sobre una hipotética presencia militar permanente. “Creo que sería un error”, dijo a la ‘CBS’ el 16 de octubre. 

Dos días más tarde, el presidente estadounidense visitó a Netanyahu y se comprometió a colaborar con su aliado para evitar “más tragedias” para la población civil. Netanyahu, en una afirmación que ha envejecido mal, contestó que haría “todo lo que esté en sus manos”, citaron medios locales, para evitar que haya civiles involucrados en las hostilidades.

Tensiones y pausas con Biden

Dos meses después de desatarse el conflicto, cuando el Ministerio de Salud gazatí contaba con alrededor de 20.000 muertos, Biden cambió el tono y comenzó a criticar las acciones de Netanyahu en Gaza.

En diciembre, Washington asestó golpes dialécticos a Tel Aviv, pero las armas seguían viajando hacia Israel para cubrir las necesidades bélicas del momento.

Las tensiones fueron más notorias entrado el año 2024, cuando trascendió una llamada entre ambos mandatarios en abril: Biden le dijo a Netanyahu que el apoyo estadounidense dependería de pasos concretos para proteger a civiles y trabajadores humanitarios cuando un bombardeo mató a siete empleados humanitarios en Gaza pertenecientes a la World Central Kitchen del chef José Andrés. Además, Biden puso el acento en la llegada de ayuda humanitaria al enclave.

En mayo, cuando Netanyahu tenía la ciudad de Rafah entre ceja y ceja, Biden anunció pausas en el envío de armamento pesado. “Al anunciar la pausa, Biden reconoció por primera vez que estas armas habían causado la muerte de civiles en Gaza”, dijo la revista ‘Politico’ en mayo de 2024. Pero las bombas habían sido aprobadas por el Congreso en 2021.

Autorizadas, fabricadas y listas para ser enviadas, pero bajo llave. Politico, finalmente, sentencia que “una vez aprobadas por la Administración y el Congreso, el armamento probablemente tarda meses o incluso años antes de ser producido y entregado”.

De tal forma, las pausas y condiciones que hubo cuando el mandato de Biden y la guerra de Gaza coincidieron no detuvieron por completo el envío de armas. Finalmente, dos semanas antes de salir del cargo, Biden notificó de forma informal al Congreso una propuesta de venta de misiles, proyectiles de artillería, bombas y componentes por valor de 8.000 millones de dólares a Israel.

“El mayor amigo para Israel”

Trump llegó al Despacho Oval ondeando aparentemente una bandera blanca. Y ante los ojos del mundo, quiso hacer valer un acuerdo alcanzado durante en la recta final del mandato de Biden, que incluía intercambios de prisioneros y rehenes y un alto el fuego de 42 días. 

Mientras Biden destacó que su equipo y el entrante de Trump trabajaron estrechamente para lograr este pacto, el presidente electo Trump se anticipó a anunciar el acuerdo públicamente, atribuyéndose parte del mérito por haber forzado dicha tregua antes de asumir la Presidencia en enero de 2025. 

Su perfil, históricamente favorable a las posiciones israelíes —tanto en su primer mandato como en el actual—, se traduce en un respaldo firme a la seguridad de Israel, su derecho a defenderse y en una postura contundente contra Hamás, Líbano e Irán. Este compromiso le ha valido un título que solamente él ostentaser “el mayor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca”, como Netanyahu lo definió el 15 de septiembre.

En cuanto a los flujos armamentísticos, han seguido navegando en dirección hacia Tel Aviv. En junio de 2025, el Gobierno de EE. UU. ya había aprobado una posible venta de 510 millones de dólares en kits de guía de precisión y apoyo logístico asociado para Israel, abriendo el camino para que estos componentes mejoren la eficacia de municiones utilizadas en conflictos armados.

Además, en septiembre de 2025, la Administración Trump notificó al Congreso de un paquete de 6.400 millones de dólares en ventas de armas a Israel, que incluye 30 helicópteros de ataque AH-64 Apache y unos 3.250 vehículos de asalto de infantería.

¿Planes de expulsión?

Cuando la tregua se encontraba en vísperas de fracasar, Trump lanzó en febrero un plan acorde con su carrera en los despachos inmobiliarios. Descrito como la ‘Riviera de Medio Oriente‘, el mandatario no dudó en querer asumir el control administrativo de la Franja de Gaza, exigir el desplazamiento forzado de aproximadamente dos millones de palestinos a tierras vecinas y limpiar más de 50 millones de toneladas de escombros y municiones sin detonar.

En palabras de Trump, “Estados Unidos se hará cargo de Gaza; será un lugar hermoso, seguro y próspero”.

Netanyahu, que aceptó la propuesta de su socio, dijo que “era la primera idea original sobre Gaza” que había recibido en mucho tiempo.

El gesto escenificó un abrazo político entre ambos líderes y la continuidad a un primer mandato de Trump, donde Washington trasladó su embajada a Jerusalén o reconoció la soberanía israelí sobre los Altos del Golán.

Pero la propuesta de Trump ya ha sido rechazada por Naciones Unidas y por la mayoría de los países árabes, que la consideran una violación directa del derecho internacional y del principio de no desplazamiento forzado de poblaciones civiles.

Polémico mecanismo de distribución

Otro punto polémico en la relación entre EE. UU. e Israel: el lanzamiento de la denominada como Fundación Humanitaria de Gaza. 

Una foto de un gazatí sonriente acompaña un texto que describe a la organización: “La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) se compromete a entregar ayuda alimentaria de emergencia crítica a la población de Gaza de forma segura y directa. En colaboración con ONG y comunidades palestinas locales, la GHF garantiza que la ayuda alimentaria llegue a quienes más la necesitan. El proceso de la GHF para trasladar de forma segura la ayuda a una red de centros de distribución seguros permite distribuir millones de comidas vitales directamente a la población de Gaza sin interferencias ni desvíos”.

De carácter privado y con sede administrativa en Estados Unidos, opera bajo vigilancia, logística y seguridad controladas por contratistas privados y la coordinación del Ejército israelí. Y más allá de una ayuda, los “puntos de distribución” fueron catalogados por la ONU como “una trampa mortal”.

Los testimonios confirman las preocupaciones de la ONU. “Mahmoud Jamal Al-Attar, un palestino de 15 años, salió un día de agosto para recoger alimentos de un punto de distribución controlado por Israel en el sur de Gaza, pero como muchos otros, murió tras recibir un disparo en el pecho”, reportó el 2 de octubre la agencia Reuters.

A principios de septiembre, el Ministerio de Salud de Gaza informó que las víctimas entre quienes intentaban acceder a los suministros de ayuda humanitaria habían ascendido a 2.456 muertos y más de 17.861 heridos.

En declaraciones a la británica ‘ITV News’, el portavoz de GHF Chapin Fay, afirmó que no ha habido víctimas en ninguno de los cuatro centros de ayuda del grupo y que las cifras son “poco fiables”.

Según el trabajador, “no hemos tenido víctimas en nuestros centros, salvo en dos incidentes de ataques terroristas”. Fay reiteró que el personal de seguridad de la GHF “no dispara a las personas y no utiliza fuego real para controlar a las multitudes”.

Una versión que contrasta con la de Antony Aguilar, soldado retirado del Ejército estadounidense y exsubcontratista de seguridad de la GHF, quien acusó a la organización en diálogo con France 24 de ser “cómplice de crímenes de guerra”.

¿Quién es responsable de atacar a los gazatíes?

A la luz de los hechos, Israel bombardea la Franja de Gaza desde hace exactamente dos años en el marco de esta campaña militar. Sin embargo, la fabricación de la munición utilizada procede de otros países, siendo Estados Unidos el principal proveedor.

Según datos del SIPRI, entre 2020 y 2024, Estados Unidos suministró el 66 % de las importaciones israelíes de armamento pesado, incluidas aeronaves, vehículos blindados, misiles, buques y sistemas de defensa aérea. Además, en abril de 2025, el gobierno estadounidense declaró haber proporcionado a Israel más de 130.000 millones de dólares en asistencia bilateral desde 1948, “centrada en abordar nuevas y complejas amenazas a la seguridad, reducir las deficiencias de capacidad de Israel mediante la asistencia y la cooperación en materia de seguridad”. 

Aunque Estados Unidos ha sido uno de los principales proveedores de armas y apoyo diplomático a Israel durante la ofensiva en Gaza, expertos en Derecho Internacional Humanitario advierten que atribuirle responsabilidad jurídica directa por los crímenes de guerra cometidos en el enclave palestino es extremadamente complejo.

“No conozco una norma del DIH que prohíba la venta de armas. A la luz del derecho internacional humanitario, la responsabilidad recae sobre quien las utiliza”, explica a France 24 Ricardo Abello, profesor de Derecho Internacional en la Universidad del Rosario.

“La venta de armas per se no está prohibida; se trata más de un asunto de principios éticos y morales que de ilegalidad”, añade.

Respecto a los ataques contra los puntos de distribución de la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF), sostiene que la responsabilidad recae en Israel, aunque reconoce que EE. UU. mantiene un papel determinante al sostener política y militarmente a Tel Aviv.

Entonces, ¿cuándo hay corresponsabilidad internacional? El derecho internacional, explica Abello, define dos elementos clave para atribuir responsabilidad a un Estado: una conducta contraria al derecho internacional y que sea atribuible al Estado en cuestión.

“Primero habría que determinar qué obligación internacional incumplió Estados Unidos. Si uno lo analiza, lo que hace Washington es mover las marionetas para su propio beneficio, pero quien incurre en la responsabilidad es Israel”, explica el académico.

En este contexto, el jurista menciona posibles indicios de crímenes más amplios: “Hay videos del ministro de Vivienda israelí hablando de reconstruir Gaza con nuevos edificios, lo que puede verse como prueba de desplazamiento forzoso y apropiación territorial, elementos típicos de un crimen de genocidio“.

Consultado sobre si la continuidad de las exportaciones de armamento a Israel podría violar el Tratado sobre el Comercio de Armas (TCA), el experto alude a un precedente: la demanda presentada por Nicaragua contra Alemania por motivos similares, aun sin avances significativos.

“Hay una profunda dificultad para enmarcar esa actuación como delito o crimen. El derecho internacional tiene enormes limitaciones frente a las grandes potencias, sobre todo cuando se trata de Estados Unidos”, apunta.

Recuerda, además, cómo Washington ha reinterpretado figuras jurídicas a su favor: “Cuando se hundieron las Torres Gemelas, invocaron una legítima defensa preventiva, algo que no existe”. Y agrega: “En Abu Ghraib —prisión iraquí donde hubo casos de tortura por parte de tropas estadounidenses— cambiaron la definición de tortura para justificar lo que hacían. Estados Unidos conoce muy bien los límites y juega al borde de ellos. Además, ha firmado muy pocos tratados internacionales”.

El veto en la ONU y la parálisis del Consejo de Seguridad representan otro foco de responsabilidad. “Constituye una obstrucción al deber de prevenir violaciones del Derecho Internacional Humanitario. Pero esto ha pasado históricamente”, dice. “Casos como Ruanda, los Balcanes, Nigeria y ahora Gaza. El Consejo de Seguridad está paralizado”, afirma.

Según recuerda, solo en casos como la invasión iraquí a Kuwait, la ONU actuó con rapidez, porque, asegura el experto, “lo que estaba en juego eran los intereses petroleros y las reservas bancarias”. Por ello, el especialista pone énfasis en la reforma del Consejo de Seguridad y del financiamiento de la ONU: “El problema no es Naciones Unidas, es de los Estados”.

En cuanto a la cobertura diplomática que EE. UU. brinda a Israel y a sus funcionarios, incluso cuando organismos internacionales han señalado la posible comisión de genocidio, el experto cuestiona una falta de coherencia. “Es exótico que Netanyahu pueda viajar a Estados Unidos teniendo órdenes de captura internacionales pendientes, mientras se impide el ingreso de representantes palestinos a foros internacionales. En los años noventa, Arafat fue escuchado en Ginebra porque EE. UU. no le permitió la entrada a Nueva York. Hoy, ni eso sucede”.

Con Reuters, AP y medios locales

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