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En 2019, bajo la administración Trump, se firmó un importante contrato por valor de 8.000 millones de dólares: la entrega de estos aviones debía comenzar en 2024, pero se pospuso hasta finales de 2025 y, más recientemente, hasta finales de 2027. Estos retrasos son problemáticos para Taiwán, que desea modernizar su ejército lo antes posible ante las amenazas de unificación por la fuerza de su vecino chino. Este lunes 3 de noviembre, el Ministerio de Defensa taiwanés presentó un informe ante el Parlamento para intentar aclarar la situación.
Por Jules Bois, corresponsal de RFI en Taiwán
La principal razón por la que estos aviones de combate estadounidenses aún no han llegado, a pesar de las quejas de Taiwán y las promesas de Estados Unidos, son los problemas en las cadenas de producción y suministro del gigante armamentístico Lockheed Martin. Un problema que ilustra las vulnerabilidades de la industria de defensa estadounidense.
Una urgencia estratégica para Taiwán
Pero para Taiwán, el tiempo apremia: la isla desea modernizar su ejército a toda costa para intentar disuadir a China de optar por una solución militar a las tensiones entre ambos lados del estrecho. Para lograrlo, Taiwán está dispuesto a invertir mucho dinero: el presupuesto de Defensa debería superar el 3 % del PIB el año que viene. Pero estos retrasos en la entrega, para un contrato firmado hace ahora seis años, demuestran que la financiación no es suficiente y que los problemas materiales son numerosos y, sobre todo, difíciles de prever.
Para Taiwán, solo hay una solución realmente eficaz: defender su causa ante Washington para que se dé prioridad a la producción de sus aviones de combate. Y, según el Ministerio de Defensa taiwanés, estos esfuerzos están dando sus frutos: Lockheed Martin estaría trabajando a toda máquina para montar a tiempo sus modelos F16.
Esta información aún no ha sido confirmada por la empresa estadounidense, pero el ministro de Defensa taiwanés asegura ante los preocupados parlamentarios que es cierta: “Me gustaría que se dijera a nuestros conciudadanos que la situación no está estancada. Hemos trabajado en estrecha colaboración con Estados Unidos para acelerar el proceso, razón por la cual se ha creado un grupo de trabajo especial. Seguiremos instando a los fabricantes a que aceleren la producción y lleven a cabo las transacciones. Como resultado de estos esfuerzos, dos equipos se turnan para trabajar veinte horas al día en las cadenas de producción y se están montando cincuenta aviones simultáneamente para cumplir con los plazos”.
Una dependencia problemática
Taiwán depende en gran medida de los suministros estadounidenses, especialmente en lo que respecta a la aviación. Sin embargo, en los años 80, la isla había puesto en marcha con éxito su propio programa de aviones de combate taiwaneses para dejar de depender de las importaciones extranjeras. Pero este programa se abandonó el año pasado: construir aviones de combate capaces de competir con los avances tecnológicos estadounidenses, franceses o incluso chinos resulta demasiado caro.
Por lo tanto, Taiwán se ve obligada a comprar en el extranjero y a aceptar retrasos en las entregas: Estados Unidos es el único país que acepta suministrar este tipo de equipamiento a Taiwán, a pesar de las fuertes presiones diplomáticas de China para impedir que la isla modernice su ejército.
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