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Diez años después del Acuerdo de París, uno de los objetivos de aumento de la temperatura mundial parece ahora imposible de alcanzar. La cumbre mundial sobre el clima en Belém podría al menos permitir limitar los daños climáticos.
Por Florent Guignard
No son cifras sacadas de la manga, para quedar bien o para asustar. No, estas dos cifras clave de las que se habla desde hace diez años cada vez que se trata del clima, 1,5 °C y 2 °C, los límites de aumento de temperatura fijados por el Acuerdo de París, son una cuestión de ciencia y del futuro de la humanidad, de nuestra civilización.
En primer lugar, hay que recordar a qué corresponde este aumento de temperatura: en relación con la temperatura del planeta en el siglo XIX, antes de la revolución industrial, cuando la humanidad comenzó a emitir masivamente CO2, el principal gas responsable del calentamiento global. Y son límites que no deben superarse a finales de este siglo.
Cada décima de grado cuenta
Por encima de los 2 °C, será difícil adaptarse y seguir viviendo como antes, según el diagnóstico del IPCC, los expertos en clima. “La idea del Acuerdo de París es tomar medidas para que los jóvenes de hoy puedan adaptarse al cambio climático en la segunda mitad de este siglo y más allá”, resume el climatólogo Jean Jouzel, vicepresidente del IPCC en el momento del Acuerdo de París. Este límite de 2 °C fue consensuado en la COP21. El límite de 1,5 °C fue impuesto por los Estados insulares, que se encuentran en primera línea frente al calentamiento global. “Presionaron para que se fijara un límite de 1,5 °C y argumentaron que estaban especialmente expuestos al aumento del nivel del mar”, recuerda Françoise Vimeux, climatóloga del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD) en Francia.
En esta historia, la del futuro de la humanidad y, más allá, de todos los seres vivos, cada grado cuenta, e incluso cada décima de grado. Cada décima menos puede salvar vidas. “En un mundo a +2 °C, todos los arrecifes de coral habrán desaparecido; a +1,5 °C, ‘solo’ el 70 %”, explica, por ejemplo, Françoise Vimeux. “En términos de elevación del nivel del mar, en un mundo a +1,5 °C, la elevación será 10 cm menor, lo que significa que unos 10 millones de personas menos estarán expuestas al riesgo de este aumento del nivel del mar, como la erosión costera, la desaparición de territorios y las inundaciones marinas”, agrega.
Ilusorio, imposible
Pero hoy, diez años después del Acuerdo de París, el calentamiento se ha acelerado tanto que la mayoría de los climatólogos ya han descartado el límite de 1,5 °C. “Es ilusorio”, afirma François Vimeux, del IRD. “Si queremos mantenernos en una trayectoria que nos lleve de vuelta a 1,5 °C, solo nos quedan tres años de emisiones de dióxido de carbono al ritmo actual. Es evidente que es imposible”, confirma Jean Jouzel. Son unos veinte años si queremos volver a 2 °C; eso sigue siendo posible. Hay que mantener el objetivo, aunque sepamos que no se podrá cumplir para 1,5 °C. Espero que aún sea posible cumplirlo para llegar a unos 2 °C».
Según la trayectoria actual de las emisiones de gases de efecto invernadero, a finales de siglo nos acercaríamos a +3 °C. Un mundo prácticamente imposible. “A 3 °C, algunas regiones se volverán prácticamente inhabitables. Durante parte del año, las condiciones de temperatura y humedad serán tales que será imposible vivir normalmente al aire libre, ir a trabajar, hacer deporte, etc. El mensaje es muy claro sobre la capacidad de adaptación y la vulnerabilidad de las poblaciones, especialmente en las regiones tropicales y ecuatoriales”, subraya Jean Jouzel. Este es uno de los objetivos de la COP30, de estas dos semanas que se celebran en Belém, Brasil: limitar la crisis climática a 2,4 o 2,5 °C. Sin las COP, a finales de siglo estaríamos a +4 °C.
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