Escrito por:  Redacción Mundo
Oct 10, 2023 - 5:57 am

La Franja de Gaza está en el conflictivo rincón más oriental del mar Mediterráneo. Se trata de un árido pedazo de tierra de 365 km2 (41 km de largo y 10 km de ancho) en el que viven 2,3 millones de palestinos. Después de Singapur y Hong Kong, es la tercera entidad política más densamente poblada del mundo. Esa condición hace que, cuando se producen los bombardeos de Israel contra el grupo terrorista Hamás, el impacto contra la población civil sea de mayores proporciones.

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Ese enclave palestino, que solo tiene 51 km de frontera con Israel y 11 con Egipto (también posee 40 km de costa en el mar Mediterráneo), constituye junto con Cisjordania el Estado de Palestina. Desde 2007, la Franja de Gaza es gobernada por Hamás, que llegó al poder en elecciones libres en 2006 al derrotar al partido político Fatah, al que expulsó, lo mismo que a la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna en Cisjordania.

Por eso, hablar del grupo terrorista Hamás no es lo mismo que hablar de Palestina o de los palestinos, que, en el caso de la Franja de Gaza, sufren el yugo de la organización armada islamista, y, de contera, las acciones militares que desarrolla Israel contra la misma.

Ese conjunto de circunstancias (la densidad poblacional y el uso que hace Hamás de ese pequeño territorio como base de sus operaciones) hacen aterradora la posibilidad de una ofensiva terrestre de Israel contra Gaza, como se prevé que pasará en respuesta al ataque terrorista del pasado fin de semana.

El asalto por tierra contra Gaza es uno de los escenarios posibles e incluso uno de los más probables de esta guerra, una perspectiva espantosa de combates en el corazón de una ciudad extremadamente poblada, en túneles y en medio de rehenes.

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Este lunes, Israel ordenó el corte “inmediato” del suministro de agua a la Franja de Gaza, en el marco de un “asedio total” al territorio controlado por Hamás. El futuro parece escrito. “Israel va a lanzar la mayor operación conjunta [aire/tierra/mar/espacio] contra Gaza de la historia”, aseguró en X (antes Twitter) John Spencer, experto del Modern War Institute de la academia militar estadounidense West Point.

“Los ataques tendrán como primer objetivo los centros de mando de Hamás y sus tropas […]. El ejército se preparará paralelamente para entrar en Gaza”, prevé Alexandre Grinberg, del Instituto de Estrategia y Seguridad de Jerusalén (JISS). Sin embargo, una guerra urbana exige combates cuerpo a cuerpo, reduce la visibilidad, multiplica las trampas, enturbia la distinción entre civiles y militares, y vuelve prácticamente inservibles los vehículos blindados.

Guerra subterránea en la Franja de Gaza

Andrew Galer, exoficial británico, ahora analista de la empresa de inteligencia Janes, describe un “campo de batalla de 360 grados donde la amenaza está en todas partes”, desde las alcantarillas a los tejados y los falsos techos. Asegurar cada edificio significará desplegar desminadores, escaleras, cuerdas y explosivos “posiblemente entre tiros” y en la oscuridad, explica, y añade que “existen riesgos de disparos fratricidas [fuego amigo]” ante la dispersión y movilidad de los combatientes.

Bajo el laberinto de estrechas y sobrepobladas calles hay una intensa red de túneles apodados “metro de Gaza” por el ejército israelí. Cientos de túneles fueron cavados bajo la frontera de 11 km ente Gaza y el Sinaí egipcio para la circulación de combatientes, armas y otros productos de contrabando.

Muchos fueron destruidos, pero desde 2014 Hamás ha cavado vías subterráneas en su propio territorio. Los combatientes se desplazan así a 30 o 40 metros de profundidad, fuera del alcance de los ataques, ocultando sistemas lanzacohetes que sacan a la superficie gracias a trampillas. El ejército israelí los bombardeó intensamente en 2021, y aunque conoce sin duda parte de esta red, otros túneles siguen siendo secretos y complicarán sus operaciones.

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Hamás “conoce sus túneles de memoria”, asegura Colin Clarke, director de investigación del Soufan Center en Nueva York. “Algunos tienen probablemente trampas. Prepararse para combatir en ese terreno […] exigirá mucha información […], algo que los israelíes quizás no tienen”. Especialmente sabiendo que, en un combate abierto, el defensor —en este caso, Hamás— tiene una gran ventaja táctica. “Todos saben que será largo y difícil, con muchas pérdidas”, admite Alexandre Grinberg.

Para Hamás, los túneles son “una ventaja que puede convertirse en trampa. Cuando se localizan, se puede encerrar a los que están dentro. En ese caso, la instrucción será ‘sin piedad'”, agregó Grinberg.

Peso de los rehenes

La operación será aún más complicada ya que Hamás tomó a decenas de civiles como rehenes. “La sociedad israelí no perdonará que la vida de los rehenes no sea una prioridad”, y el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, “lo sabe perfectamente”, considera Sylvaine Bulle, especialista de Israel del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS), con sede en Francia.

Las cuentas que pedirá la sociedad israelí generarán “sin duda conflictos de temporalidad entre lo militar y lo político”, anticipa. De hecho, Israel no está actualmente en posición de negociar, indica Kobi Michael, investigador del centro de estudios INSS de Tel Aviv.

“El problema de los rehenes no puede ser la principal prioridad de Israel”, que podrá ocuparse de ello “cuando Hamás esté derrotado y débil”, afirma sin rodeos. Un miembro de la cúpula política de Hamás en Qatar lo confirmó este lunes: “no hay actualmente ninguna posibilidad de negociación sobre la cuestión de los prisioneros o cualquier otra cosa”.

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