Al ver que muchas personas que habían perdido sus empleos se les dificultaba llenar sus refrigeradores, y que había personas sin hogar en el área, la ciudadana Selma Raven decidió ubicar un refrigerador a la salida de un restaurante de Brooklyn, con un letrero grande en inglés y en español que decía: “Free food” y “Comida gratis”, destaca un artículo de The New York Times.

Sin hacerles preguntas incómodas a quienes vienen a servirse de comida, Raven lo hace con gusto y dedica parte de su tiempo a desinfectar y llenar el refrigerador, señala el medio.

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Esta iniciativa fue imitada por personas anónimas y supermercados en otros puntos de la ciudad, que mantienen llenas las neveras con productos frescos que les sobran.

Pero lo que más llama la atención es que las personas que lo necesitan (incluso, algunos con coronavirus) se sirven de estas despensas sin pagar un peso, pero solo toman la cantidad de comida que verdaderamente necesitan, que a veces puede ser bastante, si tienen una familia entera qué alimentar, apunta el ‘Times’.

El llamado es que las personas que tengan comida fresca que quieran donar, se acerquen a las neveras y lo hagan, lo cual hace este modelo más sostenible y cumple un doble propósito: evitar el desperdicio y alimentar a la comunidad que lo necesita.

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El portal local Curbed New York destaca el caso de un voluntario que adquirió una nevera de puertas de vidrio, como las que hay en los supermercados, con el fin de almacenar allí alimentos para donar, pero como el aparato no le cupo por la puerta de su vivienda, decidió dejarlo en la calle, lleno de comida.

Ese generoso hombre cuenta que finalmente dejó el refrigerador afuera del edificio donde vive y que dudaba si eso atraería “malas energías a su casa”, pero pronto descubrió que lo que logró fue atraer múltiples expresiones de agradecimiento de los beneficiarios de su acción desinteresada.