
El esperado humo blanco que emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina fue la señal inequívoca de que la Iglesia católica tiene un nuevo líder espiritual. Millones de creyentes en todo el mundo celebraron la noticia que, desde el corazón del Vaticano, marcó el inicio de un nuevo pontificado.
(Vea también: Habemus papam: humo blanco en San Pedro y cardenales eligieron a sucesor de papa Francisco)
La fumata blanca, símbolo tradicional de consenso en el cónclave, confirmó que los 133 cardenales reunidos en el Vaticano llegaron a un acuerdo, mientras en el interior de la Capilla Sixtina, bajo la mirada solemne del fresco del Juicio Final de Miguel Ángel, se definía el futuro de la Iglesia.
El repique de las campanas de la Basílica de San Pedro se sumó al anuncio, desatando una ola de júbilo entre los miles de fieles, peregrinos y turistas congregados en la plaza. Aplausos, cánticos y lágrimas acompañaron ese momento de profunda emoción, mientras el mundo entero aguardaba conocer la identidad del nuevo pontífice, que se revela minutos después del humo blanco.




Periodista de RCN comparó el anuncio del papa con la final de fútbol
En medio de un ambiente de júbilo desbordado, miles de fieles, en su mayoría católicos, se congregaron en la Plaza de San Pedro para presenciar uno de los momentos más emblemáticos de la Iglesia: el anuncio del nuevo sumo pontífice.
Durante la transmisión especial de RCN desde Roma, la periodista Mónica Jaramillo conversó en vivo con su colega Juan Carlos Iragorri, quien también cubría el histórico evento desde el Vaticano. Jaramillo le preguntó a Iragorri en qué lugar se encontraba durante la elección del papa.
El periodista, con tono animado, respondió que estaba a tan solo cinco metros del equipo de RCN, aunque admitió que apenas había logrado verlos debido a la inmensa multitud.
“Nunca había visto tanta gente junta. Esto parece la final de un fútbol”, expresó, aludiendo al entusiasmo, los gritos y el apretado tumulto de personas que se agolpaban frente a la famosa ventana donde, minutos más tarde, aparecería el nuevo líder espiritual de más de mil millones de católicos.
El momento, lleno de emoción y simbolismo, fue vivido como una auténtica celebración colectiva, comparable a un evento deportivo de gran magnitud. La expectativa crecía a medida que los minutos avanzaban, y todos aguardaban con ansias la aparición del papa electo, quien asumirá la enorme responsabilidad de guiar a la Iglesia católica en un nuevo capítulo de su historia.
La escena no solo reflejó la importancia religiosa del evento, sino también su impacto social y cultural, al reunir en un mismo espacio a fieles, periodistas, curiosos y peregrinos de todo el mundo, todos unidos por la emoción de un momento único e irrepetible.
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