Al medio día, algo más de 12.000 ‘chalecos amarillos’ se manifestaron en toda Francia, 4.000 de ellos en París, contra 17.400 y 8.000 la semana pasada a la misma hora, según el ministerio del Interior.

Pese a una decreciente movilización al cabo de tres meses de protestas cada sábado, y a las concesiones del gobierno del presidente Emmanuel Macron, una nueva jornada de manifestaciones se celebró en la capital y en varias localidades francesas.

Los ‘chalecos amarillos’ tienen múltiples exigencias, que van desde una mejora del poder adquisitivo a una mayor justicia social y fiscal, pasando por una democracia más horizontal o la exigencia de referendos ciudadanos.

En Paris, los manifestantes procedentes de los Campos Elíseos intentaron derribar las vallas que protegen la Asamblea nacional, tras haber orinado en las rejas del recinto.

Desde hace semanas, los manifestantes han criticado con frecuencia la peligrosidad del arsenal utilizado por las fuerzas de seguridad, en especial las granadas llamadas de dispersión y los lanzadores de balas de defensa, que han provocado graves heridas.

Aunque todavía se desconocen las causas del accidente producido este sábado, según un testigo que filmaba, Cyprien Royer, la mano fue arrancada por una granada de dispersión usada por la policía para dispersar a los manifestantes cuando se acercaban a la entrada de la Asamblea Nacional.

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Según este testigo, la víctima es un fotógrafo que estaba tomando fotos de la gente empujando las vallas que protegían la entrada del parlamento.

“Cuando los policías quisieron dispersar a la gente, recibió una granada de dispersión en la pantorrilla, quiso darle un golpe con la mano para que no explotara en su pierna pero cuando la tocó estalló“, explicó el testigo.

Otros incidentes esporádicos se produjeron a lo largo de la manifestación en la capital francesa, que se dirigía hacia el bulevar Saint-Michel, en pleno centro de París.

La prefectura indicó que diez personas fueron detenidas en la capital.