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Se llama Michael Randrianirina y el martes 14 de octubre fue invitado por el Tribunal Constitucional de Madagascar a ejercer las funciones de jefe de Estado tras declararse la vacante del poder. Este coronel, ex gobernador de una región del sur de Madagascar, era una voz crítica con el régimen del derrocado Andry Rajoelina.
La mayoría de los malgaches descubrieron el rostro de Michael Randrianirina el sábado 11 de octubre, cuando este, en un video, hizo un llamamiento a las fuerzas de seguridad para que desobedecieran la orden de disparar contra los manifestantes.
Michael Randrianirina, de 51 años, fue gobernador de la región de Androy, de donde es originario, en el extremo sur de Madagascar, entre 2016 y 2018. Anteriormente, había dirigido el batallón de infantería de Tuléar, en la vecina región de Atsimo Andrefana.
Criticó abiertamente al régimen de Andry Rajoelina, por lo que fue encarcelado entre noviembre de 2023 y febrero de 2024 en la prisión de Tsihafay, al sur de Antananarivo, por “incitación a la rebelión militar con vistas a un golpe de Estado”. Posteriormente, fue condenado a un año de prisión condicional por “atentar contra la seguridad del Estado”, recuerda nuestro corresponsal en Antananarivo, Guilhem Fabry.




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Su intervención del pasado sábado precipitó la caída del régimen de Rajoelina. Ayer martes por la tarde, tras pedir a sus compañeros de armas que no dispararan contra los manifestantes, volvió a dirigirse a la prensa: “Ante el continuo incumplimiento de la Constitución, ante el desprecio de los derechos humanos, el despilfarro de los tesoros de la nación y de acuerdo con las reivindicaciones de los jóvenes, apoyadas en toda la isla, anunciamos la suspensión de la Constitución y tomamos el poder”.
A pesar de ser el rostro visible de la rebelión, hasta ahora había minimizado su papel. “Soy un simple oficial, un ejecutor”, declaró este fin de semana, unos días antes de tomar las riendas del país. Intentamos responder al caos provocado por los dirigentes, declaró hace unos días Michael Randrianirina al micrófono de nuestra corresponsal en Antananarivo, Sarah Tétaud. “No hay nada que funcione en Madagascar: no hay presidente, no hay presidente del Senado, ¡no hay Gobierno!”.
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El nuevo ejecutivo debe ahora demostrar la legalidad de su toma del poder. Una tarea extremadamente delicada, que fue objeto de debate el martes por la noche con los jueces del Tribunal Constitucional. El reto es enorme: convencer a la comunidad internacional y a los donantes de que no se trata de un golpe de Estado y evitar así que se suspendan las financiaciones y los proyectos indispensables para el desarrollo del país.
El coronel Randrianirina también tiene la intención de nombrar un nuevo primer ministro, que se encargará de formar un gobierno civil. Además, ha anunciado la celebración de elecciones en un plazo máximo de 18 a 24 meses.
Madagascar: una larga historia de levantamientos populares y tomas del poder por parte de los militares
Desde la independencia en 1960, obtenida tras la sangrienta represión de las protestas por parte del ejército francés, cada crisis política importante ha terminado con una intervención militar. En 1972, la revuelta estudiantil que partió de las universidades de Antananarivo derrocó al primer presidente de la República, Philibert Tsiranana, considerado demasiado cercano a Francia. Este cedió el poder al ejército tras reprimir sangrientamente el levantamiento popular. Le sucedió un gobierno militar, dirigido por el jefe del Estado Mayor Gabriel Ramanantsoa y un directorio militar hasta 1975; luego, Didier Ratsiraka, militar socialista, fue designado por los soldados para gobernar. Didier Ratsiraka fue derrocado en 1990, una vez más bajo la presión de la calle. Regresó en 1996 y fue destituido en 2002 en favor de su rival Marc Ravalomanana, tras meses de enfrentamientos entre dos facciones del ejército. Y en 2009, fue nuevamente el ejército el que colocó en el poder al joven alcalde de Antananarivo, Andry Rajoelina, tras la caída de Ravalomanana.
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