Francisco presidió la ceremonía, pero debido a sus problemas de rodilla permaneció sentado en una silla de ruedas a un lado del altar y fue el cardenal Giovanni Battista Re el encargado de celebrar la eucaristía.

Por ello fue un diácono quien destapó la imagen del Niño a los pies del baldaquino de Bernini y la incensó, mientras niños procedentes de varias partes del mundo depositaron a su lado unas flores y en la plaza de san Pedro sonaron las campanas para anunciar el nacimiento de Jesús.

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Ante las 7.000 personas que abarrotaron la basílica, mientras otras 3.000 esperaron fuera en la plaza, criticó que “después de muchas Navidades celebradas entre adornos y regalos, después de tanto consumismo que ha envuelto el misterio que celebramos (…) se ha olvidado su significado“.

El papa leyó sentado su homilía y explico las tres palabras que dijo puede inspirar el pesebre: “La cercanía, la pobreza y lo concreto”.

Respecto a la cercanía, el papa afirmó “que el pesebre sirve para llevar la comida cerca de la boca y consumirla más rápido” y que “puede así simbolizar un aspecto de la humanidad: la voracidad en el consumir”.

“Porque, mientras los animales en el establo consumen la comida, los hombres en el mundo, hambrientos de poder y de dinero, devoran de igual modo a sus vecinos, a sus hermanos”, dijo Francisco, que añadió: “¡Cuántas guerras! Y en tantos lugares, todavía hoy, la dignidad y la libertad se pisotean. Y las principales víctimas de la voracidad humana siempre son los frágiles, los débiles”.

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“En esta Navidad, como le sucedió a Jesús, una humanidad insaciable de dinero, poder y placer tampoco le hace sitio a los más pequeños, a tantos niños por nacer, a los pobres, a los olvidados. Pienso sobre todo en los niños devorados por las guerras, la pobreza y la injusticia“, lamentó.

Sobre la pobreza, el papa aprovechó para recordar su invitación “a ser una Iglesia que adora a Jesús pobre y sirve a Jesús en los pobres”.

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Papa Francisco pidió la paz

El papa Francisco denunció que “vientos de guerra soplan gélidos sobre la humanidad”, en el mensaje de Navidad pronunciado desde la logia central de la basílica de San Pedro antes de la bendición Urbi et Otbi.

El papa pidió recordar “los rostros de los hermanos y hermanas ucranianos, que viven esta Navidad en la oscuridad, a la intemperie o lejos de sus hogares, a causa de la destrucción ocasionada por diez meses de guerra”.

Y mientras continúan los bombardeos en Ucrania, realizó un llamamiento para “que el Señor nos disponga a realizar gestos concretos de solidaridad para ayudar a quienes están sufriendo, e ilumine las mentes de quienes tienen el poder de acallar las armas y poner fin inmediatamente a esta guerra insensata”.

“Lamentablemente, se prefiere escuchar otras razones, dictadas por las lógicas del mundo. Pero la voz del Niño, ¿quién la escucha?”, clamó.

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En este mensaje de Navidad, que se ha convertido en una tradición para repasar los conflictos y males en el mundo, lamentó “que nuestro tiempo está viviendo una grave carestía de paz también en otras regiones, en otros escenarios de esta tercera guerra mundial”.

Jorge Bergoglio volverá a asomarse este domingo al balcón de la Logia central de la basílica de San Pedro del Vaticano, igual que cuando fue elegido papa en 2013, para impartir la tradicional bendición “Urbi et Orbi” (a la ciudad y al mundo).