“La beatificación del doctor [José Gregorio] Hernández es una bendición especial de Dios para Venezuela y nos invita a la conversión hacia una mayor solidaridad […] para producir entre todos la respuesta del bien común tan necesitada para que el país reviva, renazca después de la pandemia, con espíritu de reconciliación”, señaló el papa Francisco este jueves en un mensaje con motivo de la ceremonia.

La declaración como beato de José Gregorio Hernández (1864-1919), venerado como un santo en Venezuela, se oficializará en un pequeño acto en un colegio católico de Caracas, pues las autoridades eclesiásticas intentan limitar las aglomeraciones debido al coronavirus.

Que el acontecimiento ocurra en plena pandemia le da un aura singular al acto, pues a este médico le tocó combatir la gripe española en su país hace poco más de un siglo.

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“Su beatificación llega en un momento dramático”, dijo a la AFP el nuncio apostólico Aldo Giordano. “Como científico que ha luchado contra los virus, estaba escrito en las estrellas que tenía que ser beatificado cuando la humanidad necesita esperanza, necesita buscar un camino” y “él nos puede ayudar”.

Giordano presidirá la ceremonia en ausencia del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado de la Santa Sede, que canceló el viaje debido a la pandemia. La beatificación es el último paso previo a la canonización.

En Venezuela, José Gregorio Hernández es objeto de auténtica devoción. Se distinguió por prestar asistencia médica gratuita a los más pobres. Murió a los 54 años, atropellado por un auto en Caracas.

El milagro de José Gregorio Hernández

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En los últimos días se han pintado murales con su rostro en todo el país, mientras se afinaban los detalles de la ceremonia en honor a este símbolo nacional que trasciende divisiones políticas y sociales.

No es raro que un venezolano tenga una estampita del venerable o una estatuilla con velas o un vaso de agua (una de las tradiciones al rezare).

El decreto de beatificación fue firmado por el papa Francisco en junio de 2020, después de la aprobación de “un milagro”.

Yaxury Solorzano, de 10 años, sobrevivió en 2017 luego de sufrir una herida de bala muy grave. Su madre pidió a José Gregorio Hernández salvar a su hija. Sintió, relata una nota de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), una mano en el hombro y una voz: “¡Quédese tranquila, todo irá bien!”.

Yaxury y su familia, junto a parientes del doctor Hernández, están entre las 150 personas que asistirán a la ceremonia en la iglesia del Colegio La Salle La Colina en Caracas.

“Esta ceremonia será muy austera, muy sobria, muy sencilla pero cargada de mucha espiritualidad”, indicó Albe Pérez-Perazzo, coordinadora de la comisión de beatificación.

“Malamente podemos convocar a reuniones en espacios públicos cuando justamente estamos celebrando la beatificación del médico de aquellos que más necesitan ayuda”, añadió.

Ceremonia sin aglomeraciones por coronavirus

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Venezuela, de 30 millones de habitantes, enfrenta desde marzo una fuerte segunda oleada del virus, superando los 2.000 decesos y más de 200.000 contagios.

Las cifras oficiales han sido cuestionadas por la oposición y oenegés, al considerar que existe un elevado subregistro evidenciado en hospitales desbordados y múltiples pedidos de ayuda económica en redes sociales para costear tratamientos.

La elección de la capilla de esta escuela privada, con acceso cerrado y ubicada cerca del cerro El Ávila de Caracas, forma parte de una estrategia para evitar las aglomeraciones que se habrían generado si se hacía en el centro histórico de la capital, explicaron los organizadores.

Pérez-Perazzo hizo un llamado a los fieles para “convertir todas nuestras casas (…) en pequeños templos”. Además de la beatificación, se entregarán reliquias de Hernández a cada una de las diócesis del país.

Entre los millones de venezolanos que seguirán la ceremonia por televisión, destaca la familia Cañizalez, que asegura que el nacimiento de sus gemelas fue un “milagro” no reconocido.

“Cuando mi mamá estaba embarazada, casi nos pierde”, explicó Ana Cañizalez, de 19 años y estudiante de arquitectura.

“Rezó mucho a José Gregorio y al Señor para que estuviéramos sanas. Fue a Isnotú (pueblo natal del médico y centro de peregrinación en Los Andes venezolanos, oeste) y aquí estamos”.

“Tenemos una escultura en la casa”, siguió. “Siempre le pido, estuvo para mí y mi familia. Se merece la beatificación”.