A todos ellos la justicia nipona los encontró culpables del atentado del 20 de marzo de 1995 en la capital japonesa que costó la vida a 13 personas y dejó a decenas en estado casi vegetativo.

Asahara, que padecía una ceguera casi total desde la infancia, llevaba detenido desde mayo de 1995, dos meses después del ataque terrorista.

Fue condenado a la pena capital en 2004 por ese atentado y otros como el perpetrado también con gas sarín en 1994 en la ciudad de Matsumoto (centro de Japón), donde murieron ocho personas y 100 resultaron heridas.

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La ejecución este viernes del gurú y otros seis de los miembros de la secta Verdad Suprema (Aum Shinrikyo, en japonés) llega tras un proceso de más de 20 años en el que todos los implicados en los ataques han sido juzgados y condenados, y después de que el pasado enero el Tribunal Supremo rechazara el último recurso.

La justicia japonesa ha procesado a unos 190 miembros de Aum por los atentados y otros crímenes relacionados (como el asesinato en 1989 del abogado Tsutsumi Sakamoto y su familia), emitido seis condenas de cadena perpetua y confirmado 13 penas de muerte.

Fundada en 1984, Aum se convirtió en apenas una década en una temible organización capaz de desarrollar agentes químicos y biológicos y armas ligeras, e incluso presentó una lista de candidatos a las elecciones generales de 1990 que no logró representación parlamentaria.