En 1995, se convirtió en el primer hombre en descender, sin parar, desde la cumbre del Anapurna, en la cadena de los Himalayas, con 8.091 metros de altura.

Seis años más tarde, también fue el primero en descender en esquís de la cima del Everest, el monte más alto del planeta, con 8.448 metros sobre el nivel del mar. El descenso fue hasta el campamento base, a más o menos 5.000 metros de altura, según The New York Times, y tardó 4 horas 40 minutos en lograrlo.

Incluso, en su momento dijo, citado por el ‘Times’, que en su bajada del Everest vio el cadáver de un montañista desaparecido hacía años y tuvo que enfrentar fuertes vientos y pasos cercanos a montañas de hielo.

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Cuando llegó al campo base, estaba tan cansado y entumecido que no pudo ni siquiera dormir.

Después de dicha hazaña, el esloveno decidió hacer lo mismo en otros de los picos más altos del mundo, para lograr un total de 1.800 descensos en esquís, reporta el sitio especializado Planet Mountain, que califica a Karnicar de “leyenda subvalorada” y de “esquiador de lo imposible”.

Por el momento, no se conocen detalles exactos de cómo murió, pero se sabe que fue un accidente mientras cortaba árboles en un bosque vecino a donde vivía.