
En una publicación que ha generado gran controversia e incertidumbre a nivel internacional, Donald J. Trump, presidente de Estados Unidos, aseguró que las fuerzas estadounidenses llevaron a cabo un exitoso ataque militar contra tres instalaciones nucleares en Irán: Fordow, Natanz y Esfahan.
El mensaje afirma que “una carga completa de bombas” fue arrojada sobre el sitio principal, Fordow, y que todas las aeronaves participantes han salido del espacio aéreo iraní y están de regreso. “Felicitaciones a nuestros grandes guerreros americanos”, señala el texto, que concluye con un llamado: “Ahora es el momento de la paz”.
Aunque el contenido es explosivo —literal y políticamente—, no hay mayor información por parte del Departamento de Defensa de Estados Unidos ni de las autoridades iraníes sobre un ataque de esta magnitud, que sí habían señalado días atrás que había portaviones.
Este fue el mensaje que compartió el presidente estadounidense sobre este hecho:




— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) June 21, 2025
La confirmación de este ataque marca una escalada directa y peligrosa en el ya tenso conflicto entre Estados Unidos e Irán, especialmente en lo relacionado con el programa nuclear iraní, que ha sido objeto de sanciones, amenazas y tensiones desde hace más de una década.




Desde Washington no se han entregado más detalles sobre el operativo o posibles bajas, mientras que Irán aún no ha emitido una respuesta oficial. Sin embargo, analistas internacionales advierten que este bombardeo podría desencadenar represalias regionales o incluso afectar el comercio global, especialmente en zonas como el estrecho de Ormuz.
La comunidad internacional observa con preocupación el desarrollo de los hechos, mientras los mercados reaccionan con volatilidad ante el riesgo de un nuevo conflicto abierto en Medio Oriente.
Qué puede pasar por ataque de Estados Unidos a Irán
Una posible escalada militar entre Estados Unidos, Israel e Irán podría traer consecuencias imprevisibles y graves para la región. El envío de bombarderos norteamericanos a destruir instalaciones nucleares iraníes, en particular la planta subterránea de enriquecimiento de uranio Fordow, pudiera ser el detonante de un conflicto mucho más amplio, según los analistas.
Los últimos actos de Estados Unidos e Israel, incluyendo ataques aéreos y asesinatos selectivos, no han logrado detener el programa nuclear de Irán. La nación del Medio Oriente sostiene que sus objetivos son pacíficos, pero la persistencia puede motivar a la nación a acelerar su programa nuclear.
“Estas medidas hasta ahora no han acabado con el programa nuclear iraní ni han debilitado su voluntad de continuar su desarrollo nuclear, que Irán insiste es para fines pacíficos y civiles”, afirman los analistas.
La irrupción de Israel en las conversaciones entre Irán y Estados Unidos, previas a un posible acuerdo que limitaría el enriquecimiento de uranio iraní a cambio de alivio en sanciones económicas, provocó la suspensión de las pláticas. “La diplomacia, por tanto, está en un punto crítico, con confianza deteriorada debido a acciones militares y posiciones rígidas”, se señala.
Sobre la posibilidad de una eliminación del líder supremo iraní, el ayatolá Alí Khamenei, los expertos aseguran que no hay garantía de un gobierno iraní más moderado. Por el contrario, podría detonar una guerra civil interna y mantener el régimen teocrático-militar que domina desde 1979 a pesar de las presiones externas.
La respuesta de la sociedad iraní ante la situación es compleja. Mientras las protestas históricas persisten, la intervención extranjera también ha despertado un sentimiento patriótico en la población. “El efecto de los bombardeos israelíes ha endurecido el sentimiento nacionalista y puede fortalecer el apoyo interno del régimen frente a una amenaza externa”, indicaron.
Así, una posible intervención de Estados Unidos e Israel podría marcar el inicio de una nueva y peligrosa fase del conflicto, con consecuencias impredecibles. A pesar de la tensa situación, la diplomacia aún tiene una ventana abierta si cesan los bombardeos israelíes, ya que Irán ha mostrado su disposición a negociar.
¿Qué implicaciones globales pudiera tener una escalada del conflicto entre Estados Unidos, Israel e Irán?
El conflicto entre estas tres naciones, con Israel y Estados Unidos de un lado y con Irán del otro, reviste una delicada situación geopolítica. En particular, una escalada militar podría desencadenar una guerra más amplia en la región del Medio Oriente, involucrando a aliados de Irán.
Además, una crisis de esta magnitud afectaría también la economía global. Por ejemplo, el tráfico petrolero en el estratégico estrecho de Ormuz pudiera verse afectado, con implicaciones directas en los precios del crudo y, por tanto, en las economías dependientes de este recurso.
De esta manera, el conflicto representa un desafío no solo para las naciones directamente involucradas, sino también para la comunidad internacional que busca mantener la paz y la estabilidad mundiales
Qué pasó entre Israel e Irán
Con la tensión creciente y conflictos en ascenso, el pulso en Medio Oriente entre Israel e Irán alcanzó en junio de 2025 el punto más álgido de su historia reciente con la Operación León Naciente, una ofensiva aérea israelí diseñada para desarmar el temido programa nuclear de Irán. Según el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, tal acción llega para prevenir con anticipación el incontestable peligro que para la paz mundial representa la posesión de un arma nuclear por parte de los iraníes, tal como declaró a haaretz. Antes de la Operación León Naciente, estas tensiones se relegaban a la sombra y ataques velados, sin enfrentamiento franco, lo que ha cambiado radicalmente en vista de las recientes acciones de ambos bandos.
El propósito y los alcances de la Operación León Naciente son claros. La ofensiva dirigida a objetivos de importancia estratégica en la Ciudad de Rasht y las plantas nucleares de Natanz, Fordow e Isfahán, cobró la vida de altos mandos de la Guardia Revolucionaria iraní y especialistas nucleares, al tiempo que provocó daños a nivel infraestructural y residencial, hasta sumar un total de 657 fallecidos y más de 2,000 heridos.
La respuesta de Teherán surgió inmediata. Misiles balísticos y drones se precipitaron sobre objetivos dentro del territorio israelí, a pesar de que los sistemas de defensa intervinieron en la mayor parte de estos ataques, algunos golpes sí lograron llegar a zonas civiles, hiriendo a los residentes e inclusive a algún hospital en la ciudad de Beersheba. Más allá de las acciones militares, la tensión alcanzó un punto crucial cuando el ministro de Defensa Israelí, Israel Katz, advirtió directamente al líder supremo iraní, Alí Jamenei sobre el riesgo que corría su vida.
Estas acciones por supuesto van más allá de un conflicto binacional, sino que están enmarcadas dentro de una rivalidad de décadas de antigüedad y que ha tenido sus ecos en la geopolítica regional. Hasta antes de la Revolución islámica de Irán en 1979, las relaciones entre ambos países gozaban de cordialidad, todo cambio con la llegada al poder de los Ayatollahs que transformaron radicalmente la política iraní y fijaron a Israel como un enemigo declarado a partir de dicho momento, desembocando en un histórico apoyo al problema palestino.
Ante la actual situación, con el conflicto en pleno auge, llama la atención, la cautela que ha demostrado Teherán a la hora de emplear sus misiles más sofisticados, seguramente para evitar una escalada de mayor envergadura o una intervención internacional más amplia.
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