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Los guyaneses están llamados a las urnas este lunes 1 de septiembre para elegir a su presidente. Este pequeño país del norte de América Latina, con apenas 850.000 habitantes, posee importantes reservas de petróleo que no comenzaron a explotarse hasta 2019. La campaña presidencial que ahora termina se ha centrado en gran medida en cómo hacer que la población se beneficie de la bonanza petrolera.
Situada entre Venezuela, Brasil y Surinam, Guyana posee las mayores reservas de petróleo per cápita del planeta. Un gigantesco yacimiento, situado a 200 kilómetros de la costa, es explotado por la gigante estadounidense ExxonMobil. Se calcula que hay más de 11.000 millones de barriles enterrados en el subsuelo del país.
El problema es que el “acuerdo” firmado con el Gobierno de entonces es muy desfavorable para el país. “Cuando Exxon vino a sondear el suelo, nadie imaginaba que aquí hubiera petróleo. El acuerdo de reparto de ingresos firmado con el Gobierno anterior era un mal acuerdo. Pero no se puede volver atrás, ¿qué mensaje enviaría eso a los inversionistas? Por el contrario, nuestro Gobierno se ha asegurado de que los futuros contratos sean más equitativos para Guyana”, se defiende el presidente saliente Irfaan Ali, que llegó al poder poco después, ante los micrófonos de la BBC.
Un crecimiento récord, pero con desigualdades persistentes
De hecho, el país registra un crecimiento superior al 40 %, uno de los más altos del mundo, y el presupuesto del Estado se ha cuadruplicado desde 2025. Pero este crecimiento de dos dígitos no beneficia a todos. Casi la mitad de la población sigue viviendo por debajo del umbral de la pobreza y la inflación pesa mucho sobre los hogares.




“No importan todos esos sofisticados indicadores de crecimiento: la realidad es que los guyaneses son más pobres hoy en día. Cuando el partido en el poder aumenta los salarios, nunca lo hace de manera equitativa. Lo único que hacen es aumentar las desigualdades de ingresos en el país”, denuncia Amanza Walton-Desir, candidata presidencial de la oposición.
En estas elecciones destacan tres figuras: el presidente saliente, Irfaan Ali, que aspira a un segundo mandato, el opositor Aubrey Norton y el empresario Azruddin Mohamed. Los tres quieren “poner más dinero en los bolsillo” de los guyaneses, desarrollar el país con el dinero del petróleo, mejorar los servicios de salud y educación o aumentar los salarios, en un contexto de explosión de los precios de los alimentos.
Como la mayoría de sus rivales, Amanza Walton-Desir ha prometido obligar a ExxonMobil a renegociar su licencia de explotación.
La amenaza venezolana
El otro tema candente, también relacionado con la riqueza petrolera del país, es la tensa relación con su imponente vecino venezolano. Caracas reclama la región de Esequibo, rica en recursos minerales y que representa dos tercios del territorio guyanés. Georgetown ya ha recurrido a la Corte Internacional de Justicia, pero esta no es reconocida por el presidente venezolano Nicolás Maduro.
Por lo tanto, existe el riesgo de una escalada militar: hay soldados venezolanos apostados en la frontera, pero Guyana puede contar con el apoyo de Estados Unidos y el Reino Unido.
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