Casi la mitad de la población de Australia está sometida a medidas de confinamiento. En este contexto, el primer ministro, Scott Morrison, anunció que el número de viajeros que podría acceder al territorio iba a reducirse a la mitad.

Para evitar que lleguen contagios del exterior, solo 6.000 personas están autorizadas cada semana a aterrizar en vuelos comerciales en Australia. Luego son sometidas a una cuarentena obligatoria de dos semanas en un hotel.

Esta cuota pasará a ser de unas 3.000 personas de aquí a mediados de julio, dijo Morrison.

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Este anuncio tiene lugar en momentos en que la población cada vez está más exasperada por las restricciones para contener la pandemia del coronavirus, los fallos en los dispositivos de cuarentena y una campaña de vacunación que avanza lentamente.

Más de un año y medio después del inicio de la pandemia, menos del 8 % de la población adulta australiana ha recibido dos dosis de la vacuna.

“Es un periodo difícil para las personas confrontadas a las restricciones”, admitió Morrison.

El viernes, los habitantes de las ciudades de Sídney, Brisbane y Perth, es decir, un total de 10 millones de personas, seguían confinadas tras la detección de múltiples brotes.

Este jueves se registraron 27 nuevos casos de COVID-19 en el país.

Las medidas de breve confinamiento impuestas en Alice Springs, Darwin y Gold Coast fueron progresivamente levantadas, pero en otras zonas siguen apareciendo brotes, sobre todo en Sídney.