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La trigésima conferencia de la ONU sobre el cambio climático se inaugura este lunes en Belém, a las puertas de la Amazonia brasileña. “COP de los pueblos, COP de la verdad, COP de la acción”: la presidencia brasileña no escatima en expresiones para designar la gran cita anual sobre el clima. Se espera la llegada de hasta 50.000 personas, es decir, cerca de 190 delegaciones.
Por Jeanne Richard, enviada especial de RFI a Belém
Este año hay muchos desafíos, pero el más importante es sin duda la falta de ambición. Hace poco más de un mes, los países de todo el mundo debían publicar sus planes climáticos. Apenas más de la mitad de ellos han entregado su proyecto y la ambición no está a la altura de las circunstancias. El mundo sigue encaminándose hacia un calentamiento de 2,4 grados para finales de siglo, lo que supone una catástrofe para la humanidad y el planeta.
En el fondo, se trata sobre todo de atreverse a abordar nuestra dependencia del petróleo, el gas y el carbón. Es el elefante en la habitación, como se repite a menudo en la COP. Durante la cumbre de jefes de Estado celebrada hace tres días, varios dirigentes, entre ellos el presidente brasileño Lula, declararon que era necesario prepararse para el fin de las energías fósiles. Pero más allá de esta señal política, no hay prácticamente ninguna posibilidad de que se alcance un consenso. Los países petroleros se oponen firmemente.
Adaptación a las catástrofes naturales
La sociedad civil, que regresa con fuerza tras tres COP en países autoritarios, tiene la intención de hacer oír su voz para cambiar la situación. Los pueblos indígenas en particular, ya que, al fin y al cabo, se trata en cierto modo de su COP en el corazón de la Amazonia.
La adaptación de los países a las catástrofes naturales que ya están ocurriendo es otro tema fundamental para los países del Sur, en particular África. Los negociadores deben definir 100 indicadores para medir el estado de preparación de los países. Pero lo que los Estados vulnerables piden sobre todo para adaptarse es dinero.
El dinero sigue siendo el gran obstáculo
Es el último gran reto de esta COP. El año pasado, la COP29 terminó en fracaso: los países ricos prometieron 300.000 millones al año durante los próximos diez años para ayudar a los países más pobres. Se necesitaría al menos cuatro veces más. Por ello, Brasil quiere proponer alcanzar los 1,3 billones de dólares. Pero, ¿de dónde sacar el dinero? Se trata de un tema muy amplio que puede generar muchas tensiones, ya que nadie está muy dispuesto a abrir la cartera.
Estados Unidos está haciendo todo lo posible por frenar la acción climática, y no solo en su país. Las tensiones comerciales en torno a las tierras raras y el proteccionismo económico, las guerras… Todo ello ha hecho que el interés por la ecología se haya hundido.
Para evitar un fracaso, la presidencia brasileña ni siquiera se atreve a intentar alcanzar un acuerdo en torno a una gran declaración final. Prefiere lanzar una serie de compromisos más concretos con algunos Estados voluntariosos. El objetivo final es salvar lo que se pueda del multilateralismo climático.
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