Avistamientos de este fenómeno se han reportado en los estados de Nuevo México, Colorado, Texas, Arizona e incluso en uno tan al norte como Nebraska, informa el diario británico The Guardian, y cita a una experta de la Universidad de Nuevo México, Martha Desmond, quien teme que la mortandad de las aves ya llegue a los cientos de miles.
Desmond explica en el medio que por falta de grasa corporal y luego de prolongadas jornadas de vuelo, muchos pájaros han caído al suelo en picada: “Recogí una docena de aves a lo largo de 3 kilómetros, camino a mi casa”, señala la experta.
“Ver cuán masiva es la muerte de estas aves es devastador. Es una tragedia nacional”, lamenta la profesora del Departamento de Biología de la mencionada entidad educativa.
El diario inglés recuerda que las aves en mención migran hacia el sur por esta época, provenientes de Canadá y Alaska, y su destino final es Centroamérica y Suramérica, incluida Colombia.
Durante el trayecto, las aves deben descender cada cierto tiempo (pueden ser dos o tres días) a buscar comida para continuar su viaje.
No obstante, este año las aves migratorias se han encontrado con incendios forestales que les ha impedido para a repostar e incluso les ha hecho desviar su ruta a sitios con comida, advierte la especialista.
El clima extremadamente seco del sur de EE. UU. también ha sido un factor determinante en esta muerte masiva de fauna, detectada desde mediados de agosto, y se atribuye al calentamiento global.
Además de volar hasta caer muertas, a estas aves migratorias se les han observado conductas inusuales, como abandonar los árboles y los arbustos para abastecerse para dirigirse a sitios con presencia de personas para buscar comida.
Según la experta citada por el medio, las muertes masivas no son normales, y solo se tiene registro de que la última se presentó en 1904, cuando una tormenta de nieve en los estados de Iowa y Minessota mató a 1,5 millones de aves migratorias.
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