El movimiento #MeToo (Yo También) se viralizó en octubre de 2017 por las redes sociales, cuando varias actrices decidieron denunciar agresión y acoso sexual por parte del productor de cine Harvey Weinstein.

Desde entonces, muchas mujeres se han unido a esta ideología y rompieron su silencio, salpicando a hombres reconocidos en el mundo, como personajes políticos, del entretenimiento, los medios y la cultura que usaron su poder para agredir a mujeres.

Esta problemática, ahora, tiene  en el ojo del huracán a la iglesia católica y aunque las víctimas no se han unido bajo un eslogan o ‘hashtag’, cada vez son más las personas que quieren sacar a la luz su sufrimiento.

En Colombia, se conoció el caso hace unos días del rector del colegio San Viator, en Bogotá, el cual fue acusado por la madre de un joven que se suicidó, por los supuestos abusos. Al día siguiente, otro joven relató en La W que ese mismo padre lo había sentado en las piernas y lo besó.

Colegio San Viator

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Ahora, el escándalo que sacude a la iglesia trata sobre el encubrimiento de Monseñor Tobón a un sacerdote pederasta y su recomendación para llegar a la diócesis de Brooklyn (Estados Unidos).

Pero la recurrencia de este tema no solo es en Colombia. Por ejemplo, hace poco, la justicia chilena condenó a la iglesia a pagar una millonaria indemnización a las víctimas del padre Karadima.

Cura

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Estados Unidos, por otra parte, es uno de los países donde se han descubierto más hechos de pederastia por parte de integrantes de los católicos. En agosto pasado, un informe identificó a 1.000 nuevas víctimas, en el estado de Pensilvania.

Incluso, la semana pasada el gobierno de Australia, en cabeza de su primer ministro, Scott Morrison, pidió perdón a los niños abusados por instituciones religiosas.