Científicos descubrieron que un pequeño crustáceo (Idotea balthica) hace de polinizador de una especie de algas marinas. El estudio, publicado en la revista Science, explica que esto ocurre porque los crustáceos recolectan la esperma pegajosa de las paredes de las algas marinas, sin darse cuenta, y la rocían entre estas mismas mientras se desplazan en busca de refugio o alimentos.

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Es la primera vez que se observa este tipo de fertilización de las algas. Estudios anteriores señalaban que la dispersión de su esperma se debía a las corrientes oceánicas.

Un precedente a este hallazgo se dio en 2016, cuando un estudio, publicado en Nature, encontró que el zooplancton poliniza una especie de pasto marino del Caribe, denominado Thalassia testudinum. El descubrimiento ocurrió porque científicos notaron una presencia no muy común de invertebrados en las flores de estos pastos que, aunque crecen en ambientes marinos, siguen estando muy vinculadas con plantas de tierra, mientras que las algas marinas no.

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Las científicas Myriam Valero y Emma Lavaut cultivaron crustáceosmacho y hembra- y los pusieron en una distancia de seis pulgadas en tanques de agua de mar. En los tanques en que había crustáceos (la mitad) la fertilización fue 20 veces mayor que en los que no. Posteriormente, examinaron los crustáceos con microscopio y encontraron espermatozoides en casi todas las partes de su cuerpo.

Valero puntualizó en una entrevista con el New York Times que “puede ser posible que la relación entre las algas y los animales sea anterior a la evolución de la relación animal-planta”, sin embargo, aclaró que otra posibilidad es que la fertilización de plantas mediada por animales pudo evolucionar de forma independiente tanto en el ambiente marino como en el terrestre.

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El científico Jeff Ollerton, profesor invitado en el Instituto de Botánica de Kunming en China, señaló para el mismo diario que “este tipo de interacción puede haber estado ocurriendo mucho antes de que las plantas evolucionaran y el uso de un tercero para la reproducción puede tener raíces mucho más profundas de lo que nunca nos dimos cuenta”.

Las científicas han afirmado que el siguiente paso es analizar si en otras especies de algas marinas ocurre lo mismo y también cómo el impacto del cambio climático y la contaminación afecta esta interacción.