Una mujer de 97 años, una pareja octogenaria, dos hermanos. Los estadounidenses pudieron conocer el sábado las identidades de las 11 víctimas del sangriento asalto a una sinagoga en Pittsburgh, un grupo principalmente mayor y blancos fáciles para un atacante que quería que “todos los judíos murieran”.

Nueve de las 11 víctimas tenían 65 años o más, varios de ellos lo suficientemente mayores como para haber sido niños durante el surgimiento del nazismo. Incluyeron a Rose Mallinger, de 97 años y a la pareja Sylvan y Bernice Simon, ambas en sus 80 años.

El atacante de la sinagoga de Pittsburgh, Robert Bowers, de 46 años, quien fue puesto bajo custodia después de un enfrentamiento con la policía, podría enfrentar la pena de muerte luego de ser acusado de múltiples cargos de asesinato y delitos de odio por el ataque del sábado. Debe comparecer ante un magistrado federal el lunes.

Policía rodea la sinagoga de la ciudad de Pittsburgh

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En todo el país, se llevaron a cabo vigilias de oración y servicios ecuménicos en homenaje a las víctimas mientras surgían palabras de consuelo y conmiseración de la comunidad judía de Estados Unidos, la más grande fuera de Israel, pero también del papa y de los líderes europeos.

“Durante el curso de su ataque mortal contra la gente de la sinagoga, Bowers evocó el genocidio y su deseo de matar judíos”, dijo Scott Brady, fiscal del distrito oeste de Pennsylvania, en conferencia de prensa.

Odio sin control

Las autoridades describieron una embestida de 20 minutos que comenzó cuando el hombre armado irrumpió en el edificio el sábado temprano y abrió fuego con un rifle AR-15 de estilo asalto y dos pistolas Glock.

Joseph Charny, de 90 años, estaba rezando en una habitación con media docena de fieles más cuando vio a un hombre aparecer en la puerta y escuchó los disparos, dijo al diario The Washington Post.

“Levanté la vista y había todos estos cadáveres”, dijo Charny, un psiquiatra retirado que asiste a los servicios en la sinagoga Tree of Life (Árbol de la Vida) desde 1955.

El tiroteo en la sinagoga de Pittsburgh, cuya congregación se fundó hace más de 150 años, es el ataque antisemita más letal en la historia reciente de Estados Unidos, y ha provocado una avalancha de condenas y advertencias internacionales sobre el aumento del discurso del odio.

Líderes judíos sugirieron que tal ataque no fue del todo inesperado, haciendo notar un fuerte aumento en los actos antisemitas en medio del duro discurso político de los últimos años.

En el vecindario donde ocurrió el tiroteo,  Squirrel Hill, una comunidad fuertemente unida y hogar histórico de la población judía de Pittsburgh, un silencioso duelo se impuso.

“Tengo el corazón roto”, dijo con voz temblorosa Alyia Paulding, de 37 años.

El presidente Donald Trump, que denunció el tiroteo el sábado como “un acto desquiciado de asesinato en masa”, ordenó que todas las banderas se desplegaran a media asta hasta el 31 de octubre como una señal de “respeto solemne” por las víctimas.

EL mandatario anunció que pronto viajará a Pittsburgh, donde el sábado por la noche cientos de personas participaron en una vigilia y se planifica otra para el domingo.

El alcalde de la ciudad, Bill Peduto, apeló en tanto a que se les saquen las armas a los potenciales autores de crímenes de odio.

“Nuestro enfoque debería ser más bien: cómo quitar las armas de fuego, que son el denominador común de todos los tiroteos en Estados Unidos, de las manos de aquellos que quieren expresar su odio racista con los asesinatos”, dijo en una conferencia de prensa.

Pero la onda expansiva se sintió mucho más lejos, en toda la comunidad judía de Estados Unidos.

El Museo en Memoria del Holocausto de Estados Unidos, en Washington, dijo en un comunicado que el ataque “recuerda a todos los estadounidenses los peligros del odio sin control y el antisemitismo”.

Estados Unidos está ante un fuerte aumento en los incidentes antisemitas, que pasaron de 1.267 a 1.986 de 2016 a 2017, un alza de 57%, según la Liga Anti-Difamación, un grupo de derechos civiles que ha monitoreado el antisemitismo en Estados Unidos desde los años setenta.

El ataque del sábado también se produjo en un momento de intensas tensiones políticas, un día después de que un partidario de Trump de Florida fuera arrestado por enviar artefactos explosivos a demócratas y liberales, lo que puso al país en guardia ante las elecciones del próximo 6 de noviembre.