El nombre de Cindy Ávila no dice mucho, pero la ‘Toxi costeña’ sí. Cindy es la mujer detrás de la conocida influenciadora y cantante, que se hizo popular en redes sociales durante la cuarentena, hace ya dos años, gracias a unos audios que se viralizaron en cuestión de días en Tik Tok, donde, hablando de temas cotidianos e historias propias y de amigos, dejó ver su esencia, esa que solo conocen las personas más cercanas a su intimidad, pues, como ella misma afirma, es un poco tímida y solo sus verdaderos amigos sabían de ese humor negro y sarcástico que ahora caracterizan a su personaje. Y fue, precisamente, gracias a ese personaje que Colombia y hasta el mundo entero la conoció y fue gracias a la ‘Toxi costeña’ que su vida se llenó del color que durante años le fue esquivo.

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La Toxicosteña y su dura infancia

Cindy nació y creció en Sincelejo, y fue su abuelita materna, Dormelina Díaz, quien cuidó de ella hasta que murió, cuando Cindy era adolescente. “Trabajo desde que tengo 14 años. He trabajado en muchos oficios, fui muchacha de servicio, vendí medicinas puerta a puerta, trabajé como cajera, pasé por muchos trabajos. Mi primer trabajo fue como interna en una casa de familia. Yo no cobraba, sino que me dieran la comida, el techo y el colegio”. Cindy siempre tuvo claro que quería estudiar, y que esta sería la manera de salir adelante, por eso el colegio fue una de sus prioridades.

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Toxicosteña abandonada en varias ocasiones

“Cuando murió mi abuela, yo hice un recorrido por muchas casas. En algunos lugares me maltrataban o yo sentía que me estaban maltratando; los acuerdos que habíamos hecho no eran o hubo una casa donde definitivamente yo no podía, porque el trabajo era demasiado para mí. Yo llegaba al punto en el que me dolía el cuerpo, me daba fiebre y es que, claro, era mucho trabajo para una niña”. Es entonces que conoció a un hombre mucho mayor que ella y a los 18 años quedó en embarazo de su primer hijo. Antes de enterarse de su estado, el hombre la dejó sola.

“Cuando él me dijo eso, yo lo que pensé fue, ‘si yo tengo a mi hijo, pues ya no voy a estar sola’, porque pues yo no tenía más familia. Ahora mis hijos son mi familia”. Su embarazo fue muy complicado, puso entonces un puesto de dulces en la calle frente a una clínica y de esa manera se sostuvo durante ese tiempo. Una señora que vendía comida al lado era quien le regalaba lo que su estómago le permitiera digerir.

Su hijo Johan nació y apenas tenía dos mudas de ropa que alguien le había regalado. Año y medio después, conoció al que fue su esposo por 10 años. Estar acompañada le dio la posibilidad de vivir un poco más tranquila, y cinco años después volvió a quedar en embarazo, pero a los 40 días de nacida su hija Mariana, su esposo la abandonó.

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Nuevamente todo se complicó.

Ahí ya no trabajaba de cajera, entonces comencé a vender colonias, arroz cubano, hacía postres, pero era una plata para el día a día, y así pasé por lo menos un año”. Durante años, Cindy tuvo que vivir apenas con lo necesario para ella y sus hijos, privándose los tres de gustos como un helado, pero hace dos años, y gracias a su personaje como la ‘Toxi costeña’, tanto ella como sus hijos han visto cómo sus vidas cambian para bien.