Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 18, 2025 - 6:56 pm
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La película Noviembre, dirigida por Tomás Corredor, se sumerge en uno de los capítulos más perturbadores de la historia colombiana contemporánea: la toma del Palacio de Justicia ocurrida en noviembre de 1985 a manos de la guerrilla del M-19. La obra no se limita a reconstruir el acontecimiento; va más allá al adentrarse en las hondas grietas sociales y políticas que subyacían a la tragedia. El largometraje pone el énfasis en la experiencia humana de las víctimas civiles, prestando especial atención a quienes quedaron atrapados en el baño del edificio, un espacio donde las distinciones sociales se diluyen bajo la amenaza común de la violencia, según lo expuesto por el propio director en su entrevista original.

Corredor, marcado desde niño por este episodio, concibió su ópera prima como una herramienta cinematográfica para devolverles humanidad a las víctimas, despojando a sus personajes de etiquetas y jerarquías. Su objetivo, señalado en el texto original, consiste en promover una reflexión colectiva sobre la memoria traumática y la responsabilidad compartida, señalando que los sucesos del Palacio de Justicia encarnan heridas colectivas y no son solo parte de los relatos de los “otros”.

Esta aproximación ha resonado con el análisis de los estudiosos del conflicto colombiano. De acuerdo con el Consejo Nacional de Paz (2021), la polarización política ha alimentado la persistencia de la violencia y ha ralentizado la reconciliación nacional. En esa línea, la Comisión de la Verdad subraya la corresponsabilidad de Estado y grupos armados, y remarca el impacto que los enfrentamientos han tenido sobre la población civil, principal víctima del enfrentamiento armado (Comisión de la Verdad, 2022).

La realización de Noviembre se llevó a cabo en México, lo que implicó un despliegue logístico y artístico considerable. El elenco, encabezado por Santiago Alarcón y Natalia Reyes, se apoyó en extensos procesos investigativos para ofrecer interpretaciones auténticas y alejadas de simplificaciones. La Fundación Gabo (2023) destaca la importancia de recurrir a fuentes verificables y testimonios en la reconstrucción histórica, aspecto que el equipo siguió para honrar tanto a la verdad como a la complejidad emocional de la memoria histórica.

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Asimismo, el filme actúa como punto de partida para el diálogo sobre el lugar de la memoria y el arte en la sanación de heridas sociales. El Espectador (2024), al entrevistar al sociólogo Pablo del Río, enfatiza que las piezas culturales resultan indispensables para humanizar narrativas históricas, confrontar la impunidad y construir una reflexión colectiva orientada hacia la paz. De ese modo, Noviembre se revela como un testimonio artístico-político que, lejos de la fragmentación, busca invitar a la sociedad colombiana a reconsiderar su pasado violento bajo una óptica más integradora y compasiva, logrando reconocimiento internacional tras su estreno en el Festival Internacional de Toronto.

¿Por qué la toma del Palacio de Justicia sigue siendo un tema sensible en la sociedad colombiana? La pregunta es relevante porque, aunque han transcurrido casi cuatro décadas desde el asalto del Palacio de Justicia por el M-19, el acontecimiento sigue despertando profundas emociones y divisiones en Colombia. Según la Comisión de la Verdad, la persistencia de impunidad, la polarización y el dolor de las víctimas han impedido un cierre definitivo, manteniendo la herida en la memoria colectiva. El cine y la cultura, como muestra Noviembre, ofrecen nuevas perspectivas para abordar críticamente esta tragedia que aún define debates sobre responsabilidad y reconciliación.

¿Qué papel cumple el cine en la construcción de la memoria histórica? Explorar esta inquietud es fundamental porque la representación artística de hechos traumáticos tiene el poder de abrir espacios de diálogo social, facilitar la empatía y visibilizar relatos frecuentemente ignorados por la historia oficial. Como menciona El Espectador en su conversación con Pablo del Río, películas como Noviembre contribuyen a humanizar experiencias y a fomentar conversaciones necesarias para la construcción de una memoria más honesta e incluyente, que aporte tanto a la verdad como a la sanación colectiva.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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