El próximo domingo, Nicaragua llevará a cabo elecciones presidenciales en medio de una situación atípica. Su actual presidente, Daniel Ortega, buscara la tercera reelección (con lo cual llegaría a un cuarto periodo), y para tener libre ese camino encarceló a varios de los candidatos que se le opondrían.

Ortega en Nicaragua, Nicolás Maduro en Venezuela y el régimen de Cuba se han entendido como la máxima expresión de la izquierda en Latinoamérica. Pero lo que pasa en Nicaragua es tan grave que el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, afirmó que las elecciones no serán legítimas, pues Ortega encarceló “a todos los contendientes”.

El señor Ortega se ha preocupado de encarcelar a todos los contendientes políticos que se han presentado a estas elecciones y no podemos esperar a que este proceso arroje un resultado que podamos considerar legítimo, [sino] todo lo contrario“, declaró Borrell en Lima. “La situación en Nicaragua es una de las más graves que hay en este momento en el continente americano”, dijo Borrell, afirmando que el proceso electoral solo busca el “mantenimiento en el poder del dictador” Ortega.

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En Nicaragua hay unas elecciones que son completamente un ‘fake’ [de mentiras]“, dijo el diplomático español.

Críticas similares a Nicaragua hizo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que afirmó que las actuales condiciones represivas “hacen inviable un proceso electoral íntegro y libre”, mientras que el Senado de Estados Unidos aprobó este lunes una legislación para aumentar fuertemente la presión diplomática sobre Ortega (en el poder desde 2007).

En Colombia, el representante de la izquierda, Gustavo Petro —que ya antes también había tomado distancia de Maduro, pues dijo que le sentía “desconfianza”—, se refirió a Ortega, pero apartándose drásticamente, con el cuidado de proteger la favorabilidad que viene registrando en las encuestas.

Qué dijo Gustavo Petro de Daniel Ortega

Ortega transformó la revolución sandinista en una dictadura bananera”, escribió Petro en Twitter. “Nicaragua nos muestra como los viejos progresismos se han degradado y no dan respuesta a las necesidades presentes de los pueblos”.

Para Petro, que hace esfuerzos por desmarcarse del denominado socialismo del siglo XXI con miras a las elecciones presidenciales en Colombia el año entrante, “los nuevos progresismos deben construir sociedades del conocimiento en América Latina. Impulsar el desarrollo productivo, ampliar profundamente la democracia no cerrarla”.

Precisamente, los regímenes exponentes de la izquierda en América Latina llegaron al poder prometiendo democracia y después se atornillaron. El caso de Ortega es elocuente: durante los 14 años sucesivos que lleva en el poder (también gobernó en la década de 1980), revirtió leyes sobre la separación del poder civil y militar, e incorporó a militares activos o en retiro a instituciones del Estado.

En los últimos años, dice a la AFP la experta en temas militares Elvira Cuadra, en el exilio, el aparato militar “se ha plegado políticamente” a Ortega, y esa alianza, “también económica”, será crucial para su “modelo de gobernabilidad” a partir del 2022. Los militares son dueños de supermercados, tiendas, un hospital, ferreterías.

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Su brazo financiero, el Instituto de Previsión Social Militar (IPSM), cotiza en la bolsa de Nueva York y, según una investigación de la revista Confidencial, tiene invertido en bonos en Estados Unidos al menos 35 % de sus fondos, que estimó en unos 100 millones de dólares.

El ejército y la policía fueron señalados por organismos de derechos humanos de la violenta represión de las protestas de 2018 contra el gobierno. Estados Unidos acusó a los militares y a la policía de dar armas a grupos de encapuchados que actuaron contra los manifestantes, y sancionó en 2020 al jefe del ejército, Julio Avilés, y al director de la policía, Francisco Díaz, consuegro de Ortega.

“El principal instrumento de represión, es la policía para intimidar, pero también el poder judicial para poner preso a todo el que disienta”, dijo a la AFP la defensora de derechos humanos Vilma Núñez, al referirse a los cerca de 150 opositores presos.

Rusia y su creciente apoyo a Daniel Ortega

Una flotilla de 250 buses rusos circula desde hace días por las calles de Managua, habituada al desvencijado transporte urbano. Y un busto del cosmonauta Yuri Gagarin acaba de ser develado en un parque de la ciudad. Los taxis, el trigo, las vacunas anticovid Sputnik, hasta una estación satelital, un instituto de biotecnología y el armamento, dan cuenta de la creciente presencia rusa en Nicaragua.

“Gracias al presidente Vladimir Putin (…) estamos juntos en la lucha por la paz, la soberanía y la justicia”, dijo Ortega recientemente en el acto de entrega de los buses, junto a su hijo Laureano, asesor presidencial y principal enlace con Rusia.

En el exterior la fuerza que tiene como apoyo es sobre todo de Rusia, Cuba y Venezuela. En menor medida, Irán y Turquía. Básicamente de Rusia”, dijo el analista Édgar Parrales, según el cual hay rusos, cubanos y venezolanos “asesorando al gobierno” en la represión y en leyes recién aprobadas sobre “ciberdelitos” y “agentes extranjeros”.

Según el secretario general de IDEA Internacional, el politólogo costarricense Kevin Casas, Ortega “puede tocarle la puerta a Rusia, que alguna ayuda le dará con tal de mortificar a Estados Unidos en su propia esfera de influencia geopolítica”.

Nicaragua intensificó su acercamiento con Rusia en los últimos tres años debido a que la cooperación de Caracas, que entre 2008 y 2016 fue de unos 4.800 millones de dólares, cayó severamente por la crisis venezolana.