En una entrevista que el actual empresario dio al diario Portafolio explicó que, gracias a una mujer cocinera, aprendió a confitar o endulzar el maní mientras cultivaba hoja de coca en Caucasia (Antioquia) debido al conflicto armado en la zona y la situación económica que vivía.
Después de aprender las técnicas y comenzar a vender maní en pequeñas cantidades, decidió retirarse de su actividad como cultivador para buscar un mejor futuro ejerciendo otro oficio junto a su familia.
Al desvincularse totalmente de su labor como ‘raspachín’, como se les conoce a quienes cultivan, recolectan y raspan la hoja de coca, se dedicó completamente al negocio del maní.
Ideó la marca registrada Productos Alimenticios JB con un logo y buscó llevar sus productos a tiendas, cigarrerías, supermercados y almacenes de Medellín, los cuales acogieron su mercancía con fervor.
“Cuando empezamos solo trabajamos con tres kilos de maní y en la actualidad estamos vendiendo entre 7 y 10 toneladas mensuales”, añadió al medio la administradora de JB y esposa de Rivas, Piedad Rojo.




Con el paso de los años, el maní de este emprendedor llegó a las principales ciudades de Colombia (Manizales, Barranquilla, Cartagena, entre otras) y su empresa genera 22 empleos directos.
Actualmente, Rivas también vende rosquillas, pandebonos y obleas, y una línea ‘snacks’ saludables como almendras, pistachos y marañones.
“Empezar a hacer cambios, en especial uno mental, nos ayudó a dar otra cara. Dejamos de vernos como un negocio familiar del que subsistimos, ahora somos una empresa con un valor real”, concluyó Rojo.
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