Tan pronto Uribe hizo el anuncio, diferentes medios de comunicación se ocuparon de inmediato del tema, en principio con especulaciones de periodistas sobre si se trataba de una medida popular o populista. Pero este jueves, con las aguas un poco más apaciguadas, los medios especializados, con análisis más ponderados, se ocupan del tema.

De hecho, el primer apelativo que le da el editorial de Portafolio a la iniciativa de Uribe es “bomba noticiosa”, porque, de ser aprobada, “alteraría de manera significativa el orden económico establecido”. Después usa otro calificativo, el de “jugada particularmente audaz”, desde el punto de vista político, porque “de un plumazo”, Uribe pone a la oposición, liderada por Gustavo Petro, “a la defensiva, justo cuando este quiere arroparse en la bandera de la defensa de las causas sociales”.

También se refiere al mensaje que manda el proyecto de Uribe como una “camisa de fuerza” más que “un traje a la medida”, ya que el Ejecutivo “contaría con la flexibilidad de graduar el aumento salarial dependiendo de las condiciones jurídicas, tributarias y financieras del momento”. Pero unas líneas más abajo el texto se pone crítico y tacha la medida como “arma de doble filo […] acompañada de múltiples riesgos, que no dejarán de ser señalados por los académicos y, en menor medida, por los gremios”.

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Anticipa que “los estudiosos señalarán lo que muestran los estudios: un salario mínimo sustancialmente más elevado no garantiza el bienestar de la población”, y a renglón seguido esgrime un argumento simple pero poderoso: “Si así fuera, a lo largo y ancho del planeta decenas de países habrían usado esa fórmula para acabar con la pobreza”.

“Por el contrario, el peligro es que un aumento en los costos laborales lleve a un alza significativa en el desempleo o en la informalidad. A lo anterior se suma el riesgo de una espiral inflacionaria, pues los precios pueden aumentar debido a que los empresarios tratarán de defender sus márgenes. El dramático caso de Venezuela, es un ejemplo extremo de ello”, advierte Portafolio, y recomienda que el Gobierno de Duque piense “detenidamente en la mejor manera de manejar esta ‘papa caliente’”.

Para el otro diario económico del país, La República, la propuesta de Uribe “impacta de manera notable los presupuestos de las empresas y por ende el Presupuesto General de la Nación que debe buscar más impuestos para cubrir el creciente gasto de funcionamiento”, y de ahí saca una gran conclusión: “Toda alza en el salario mínimo lo pagan los empresarios y los contribuyentes, que cargan con casi todo el caudal tributario”.

“Los empresarios le apuestan a la idea con el objetivo de reactivar la economía, mientras la jugada sea acordada con el Banco de la República y el Ministerio de Hacienda, y tenga una compensación en gastos en la reducción de impuestos, tal como se prometió durante la campaña electoral”, explica el editorial de La República. “El Congreso tiene la palabra, pero es momento de convocar a los gremios para acordar el pacto empresarial que empieza a tomar forma para que la reactivación de la economía pase del dicho al hecho”.

Por su parte, El Espectador, único de los impresos con influencia nacional que se ocupa del tema este jueves, considera que el proyecto radicado por Uribe en el Congreso, pese a la “polémica y sospecha” que ha despertado “por el componente populista y por la cercanía de una reforma tributaria anunciada que ha causado muchas críticas”, no es “una mala idea”.

Para este diario, “harían bien todos los partidos políticos en aprovechar esta oportunidad para estudiar una medida que puede ayudar en la reactivación de la economía”, aunque aclara que “no dejan de tener razón las voces que acusan al proyecto de ser populista”. Además, sería “irresponsable” si es una medida “que se adopta sin contar con una planeación económica alrededor y, sobre todo, si es la antesala a una reforma tributaria que castigue a las personas naturales. Sería borrar con el codo lo que se acaba de hacer con la mano”.

Y cierra con una pregunta que se está haciendo buena parte del país: “¿Por qué, si los debates sobre el mínimo siempre están plagados de miedos y denuncias sobre los efectos negativos de un aumento considerable, ahora sí es una buena medida?”.