Hace algunos años, la señora Camelia Ramírez de Guarín era la primera persona a la que los reinados y las organizaciones de fiestas tradicionales en el país buscaban para vestir a las comparsas, candidatas a la corona y niños en cada festival folclórico.

Con máquinas de coser y a mano, elaboró un abanico de trajes típicos (propios del San Juan, del Huila, la Costa, trajes de fantasía, de todas las culturas colombianas y países del mundo como Holanda, Italia, España, toda Latinoamérica y muchos más), trajes de gala, de novia, para 15 años, disfraces de toda clase y de primera comunión.

Sin embargo, como toda historia tiene un final. La señora Camelia necesita vender su negocio: cientos de trajes y máquinas que pueden servirle a otro emprendedor. A sus 82 años, esta mujer trabajadora está sufriendo las consecuencias del COVID-19 tras contagiarse el año pasado.

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Según narró a El Nuevo Día hace algunos meses, su negocio quebró debido a la pandemia (pues las fiestas tradicionales dejaron de llevarse a cabo) y también por su salud física, que ya no la deja coser ni crear las maravillas que hacía antaño.

Camelia aseguró que ya “está muy viejita” y es el momento de descansar. “Estoy enferma, muy delicada de salud y ya no me puedo dedicar al negocio, me dio COVID y quedé con secuelas graves”, explicó en las últimas horas, con voz cansada y casi sin poder escuchar.

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El abanico de trajes listos para vender y alquilar está en venta. Un negocio que le permitió a Camelia criar a sus hijos y comprar casa propia en el barrio La Pola.

Su negocio fue avaluado en 250 millones de pesos. “Yo la doy mucho más económica, o por saldos de los trajes, ventas de garajes, porque hay que conseguir la platica como sea. Los trajes de las reinas que son los más bonitos, la Corporación Folclórica me los pagaba a 500 mil o 600 mil, esos son muy bien elaborados porque los hacía especial para reinas, los puedo dejar en 300 mil. De niñas en 80 mil, los del Huila con 420 rosas con lentejuelas a 800 mil porque son muy elaborados, tengo más sencillos, tengo vestidos de paño, todos los que quieran, guayaberas, para fiestas blancas, vestidos. Es un negocio que me ha dado para vivir, para viajar, es muy rentable”, explicó en agosto del año pasado.