Lo hace para contener la ola de burlas e insultos que se han desatado después de que el nombre del grupo fuera relacionado con el escándalo que tiene en la picota a la multinacional brasileña. De hecho, la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC) abrió pliego de cargos contra directivos del Grupo Aval, Odebercht, Corficolombiana y Episol por supuestas irregularidades, violación de la libre competencia y pago de sobornos en la adjudicación de la Ruta del Sol 2.

La última fase de ese escándalo se puede resumir en dos etapas: la primera, la investigación que, según el superintendente Pablo Felipe Robledo, duró 20 meses y que encontró “correos electrónicos en los que José Elías Melo Acosta (presidente de Corficolombiana) informó a Luis Carlos Sarmiento Gutiérrez (presidente de Grupo Aval) que María Victoria Guarín Vanegas, oficial de inversiones de la Corporación Financiera Internacional (IFC) estaba a cargo de la Ruta del Sol, que era la esposa de Diego Fernando Solano Saravia (vicepresidente del Grupo Aval) y que se pondrían en contacto con ella para ‘exponer nuestras expectativas en relación con los términos de la operación’”.

La segunda, el luctuoso capítulo de la muerte de Jorge Enrique Pizano, exauditor de las obras de la Ruta del Sol 2, y la de su hijo Alejandro. Pizano entregó a Noticias Uno varias grabaciones de conversaciones con Néstor Humberto Martínez cuando este todavía era asesor jurídico del Grupo Aval, para que pusiera en conocimiento de Sarmiento Angulo las irregularidades que había encontrado en los contratos de la Ruta del Sol 2.

El artículo continúa abajo

Al conocerse esos audios, y después más documentos, que demostrarían que Martínez sí sabía de las irregularidades con Odeberecht cuando asumió el cargo de fiscal general, fue citado a un debate de control político en el Congreso. Con eso, su nombre, el de Sarmiento Angulo y el de las empresas del grupo han sentido las duras embestidas de los detractores. Y su imagen, por su puesto, ha sufrido un menoscabo.

Para contrarrestar ese efecto negativo, el grupo ha trazado su acción así: primero, poner en orden la casa haciendo que los empleados de Aval recuperen el orgullo y el sentido de pertenencia, y, con los testimonios de sus trabajadores, transmitirles a los clientes la idea de la importancia de la operación del grupo en el país.

Las piezas que se usan en esta respuesta masiva son sencillas, pero directas, con el propósito de posicionar la etiqueta #YoSoyAval y el mensaje “Orgullosos de ser uno de los 80.000 colaboradores que trabaja por Colombia”, con el que quieren tocar al país.

Claro que a esta campaña le siguen respondiendo quienes se sienten defraudados por el grupo, y que dudan de la espontaneidad de los mensajes de los trabajadores: