Se trata de una empresa fundada por un equipo que lidera Daniela Castaño, una joven que decidió dejar su carrera de literatura por emprender y darle nacimiento a un sueño que tenía: crear su emprendimiento propio llamado Maíz Kernel.

La idea surgió hace dos años con el objetivo de ofrecer diferentes sabores y convertir las famosas crispetas en un snack que no sea exclusivo para las salas de cine. El punto principal de este emprendimiento está en el centro comercial El Gran San, en la zona de San Victorino, centro de Bogotá.

Daniela y sus socias reconocen que en 2019 estaban cansadas de la falta de oportunidades y por eso participaron en el paro nacional que se promovió ese año en Bogotá y otras ciudades. Sin embargo, prefirieron buscar ideas propias y ahora instan a los jóvenes a crear emprendimientos para no depender de ayudas y oportunidades de otros.

“En Colombia tal vez estamos en un escenario oscuro y no tenemos oportunidades de trabajo. Yo estaba igual hace 2 años, estábamos en medio del paro en 2019 y creía que no había oportunidades para mí, pero de algo tan sencillo como una crispeta logré encontrar la innovación”, explicó Daniela Castaño, en Noticias Caracol.

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Una de las cosas que más destaca esta joven es que, con algo tan sencillo, logró hacer emprendimiento en su país. Es tanta la acogida del negocio que ya venden hasta 1.000 bolsas de crispetas en un año.

“Identificamos que en Colombia amamos las crispetas y valoramos altamente el consumo de crispetas. Nos propusimos crear la tienda de crispetas en Colombia y crear sabores insignia de la marca de chocolate, Nutella, de caramelo y llegar al corazón del Gran San”, agregó la joven emprendedora.

(Vea también: Emprendedores, así pueden irse a vivir a Estados Unidos para internacionalizar su negocio)

Jóvenes emprenden con crispetas en Bogotá

El negocio de estas estudiantes ha sido tan próspero en muy poco tiempo que la revista Forbes lo destacó como uno de los emprendimientos más exitosos. Según ese medio, Maíz Kernel ya ha logrado una facturación de 200 millones de pesos.

“En nuestro primer año logramos facturar 230 millones de pesos solo con nuestra máquina en el Gran San y una oferta reducida de sabores. Esto nos ayudó a probar nuestro producto en el mercado y convencernos de que podríamos ampliar nuestra oferta”, explicó Daniela a Forbes.

Estas emprendedoras también son muy activas en redes sociales y en Instagram ya tienen más de 13.000 seguidores, en donde muestran sus crispetas que tienen una amplia oferta: introdujeron también sabores como Ferrero, Chocoalmendras, Huevo Kinder y Cheddar, entre otros.