Dicen que emprender es para verdaderos guerreros, que se animan a iniciar de ceros un negocio sin tener claro si su proyecto dará los frutos que en un principio se trazan. Es el caso de un comerciante de calzado en Bucaramanga, que se convirtió en una historia de superación. 

Su nombre es  Sergio Andrés Serrano Ríos, que es ingeniero mecánico de la Universidad Industrial de Santander (UIS) y quien terminó haciendo otra cosa por cuenta de la compleja situación económica de su familia. Por esa razón, este hombre decidió apostarle a los tradicionales zapatos de cuero con la gama café y negra, que eran los que se venden en Bucaramanga.

En diálogo con El Tiempo, Serrano contó que en uno de los paros de la Universidad, su desespero fue mayor porque se quedó sin recursos para tener vida social: “En la vida de los emprendedores siempre tiene que haber algo que detonó el negocio, y en mi caso, mi preocupación era de dónde iba a sacar para la rumba del fin de semana, y ahí comenzó el afán de rebuscármela”.

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De inmediato, vio la posibilidad de tomar las máquinas de zapatería de sus padres y se apropió de ellas para continuar con el negocio, que hasta ese momento estaba detenido. Su madre le prestó 200.000 pesos para que siguiera con el proyecto y le presentó a los proveedores. 

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Ahí fue donde llegó hasta ‘Top Cueros’, empresa en el que Rodrigo, su propietario, le comenzó a describir el modelo que tenía en la cabeza, “‘Yo voy a vender el zapato bien’, le dije, y él me regaló las muestras y ahí comenzaron todos los peros. Primero, el no de mi papá, y luego cuando llegué a comprar las telas comencé a pedir azul, amarillo, morado, y mi mamá lo primero que me dice es que si voy a hacer zapatos para payasos y para gais”, recuerda.

Sin embargo, lo que no tenía presente su madre es que esa idea revolucionaria sería el puntapié inicial para su empresa Alicia Wonderland, de la que hoy disfruta el éxito. 

De esa manera, Sergio comenzó a publicar sus zapatos en 2009 cuando recién Facebook estaba tomando acogida en el mundo. Aunque sus familiares y amigos no se los compraron, los ejemplares empezaron a tener repercusión y su marca se fue haciendo conocida en el mundo virtual. En los primeros meses le tocó vender puerta a puerta. 

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Ya con el paso del tiempo su marca fue siendo conocida, varios empresarios de la ciudad le brindaron apoyo y eso le ayudó a potenciar sus ventas; sin embargo, el evento cumbre fue Santander Fashion Week del 2010 cuando su marca alzó vuelo. Allí sus zapatos fueron usadas por las modelos y toda la gente quería esos ejemplares. Él se paró en la puerta y comenzó a repartir tarjetas de su negocio. 

Desde ese momento su proyecto creció tanto que hoy en día vende 5.000 pares al mes y tiene 57 empleados.