El trabajo doméstico es un sector altamente feminizado, precarizado e informal. En Colombia, el 93% de las personas que desempeñan esta labor son mujeres, el 82% son informales y el 62% recibe un salario mínimo o menos.

Así se reveló en el simposio iberoamericano realizado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el cual se habló de los desafíos que tiene la región y el país para garantizarles, en la práctica, condiciones dignas de trabajo a quienes se dedican a esta labor.

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“El trabajo doméstico ha estado históricamente marcado por la precariedad y la falta de trabajo decente. En América Latina y el Caribe estamos hablando de unos 15 millones de mujeres que tienen altas tasas de informalidad, trabajan largas jornadas y tienen bajos salarios”, expresó el director general de la OIT, Gilbert Houngbo.

Qué solución plantea la reforma laboral para las empleadas

Al respecto, un artículo de la reforma laboral en Colombia abre una esperanza en cuanto a la formalización del trabajo doméstico remunerado.

La medida exige que los contratos de estas trabajadoras sean escritos, no orales, y obliga a los empleadores a depositarlos en el Ministerio de Trabajo para que este pueda conocerlos y hacerles seguimiento —aunque esto último no será requisito para validarlo—.

Así, esta nueva obligación para los empleadores apuntaría a formalizar un segmento en el que, de acuerdo con cifras del Ministerio de Trabajo, el 80% de las colaboradoras no cotiza a pensiones.

“En los últimos 30 años hemos tenido una política donde se ha privilegiado la productividad y la política económica, supuestamente, para la generación de empleo, pero esta se ha hecho recortando los derechos de los trabajadores. Esta reforma tiene como centralidad, no solamente recuperar, sino poner nuevas formas de inclusión para las nuevas formas de producción y de empleo”, apuntó Gloria Ramírez, ministra de Trabajo.

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En este sentido, durante el simposio, Consuelo Rodríguez, secretaria de la cartera laboral de España, resaltó la importancia de la celebración de contratos de forma escrita para los trabajadores domésticos, pues consideró que esto garantiza la transparencia a la información y a las condiciones en las que se laborará desde el principio.

Desde la óptica de Juliana Morad, directora del departamento de Derecho laboral de la Universidad Javeriana, la esperanza es que la reforma logre persuadir a los empleadores de la importancia de suscribir un contrato.

“Esperemos que tenga un impacto positivo en la formalidad laboral. Si bien establecer que los empleadores tengan la obligación de contratar laboralmente a las trabajadoras del hogar y pagarle todas sus prestaciones de ley es algo que ya existe, ojalá con esta norma se dé una mayor aplicación y se incentive la formalización”, dijo la experta.

Uno de los aspectos más polémicos en el sector del trabajo doméstico es el pago en especie. En Colombia, el artículo 129 del Código Sustantivo del Trabajo señala que se pueden pactar remuneraciones de esa forma hasta el 50% del salario, y cuando el trabajador devengue un mínimo, el pago en especie no puede superar el 30%.

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Sin embargo, una de las conclusiones a las que llegaron los especialistas durante el simposio es que entre las causales de exclusión, o limitantes de la cobertura de las trabajadoras domésticas en la seguridad social, está el pago en especie, pues se ha demostrado que su existencia incide negativamente en el monto de las cotizaciones, lo que, a su vez, se proyecta en las prestaciones.

De acuerdo con María Elena Valenzuela, especialista en género, cuidados y empleo, las últimas modificaciones a las legislaciones laborales respecto al trabajo del hogar en América Latina han eliminado el pago en especie; no obstante, en Colombia aún falta avanzar en ello.

“Por ejemplo, en el caso de Colombia, me parece grave porque (el pago en especie) se utiliza como una justificación para brindar un salario inferior al mínimo, aún cuando la legislación reconoce que las trabajadoras del hogar tienen derecho al salario mínimo. Entonces, no es solamente algo que se formalice, sino que deje de pasar en la práctica, donde hay un trato diferente que perjudica”, sostuvo.

Finalmente, la OIT destacó que la crisis provocada por la pandemia puso en relieve el papel fundamental que desempeñan las trabajadoras domésticas en el apoyo a las necesidades de cuidados de los hogares. Pero también develó la precaria situación en la que se encuentra la mayoría.

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“Muchas personas se vieron obligadas a ir a trabajar a pesar de los riesgos para la salud, otras perdieron sus empleos y no tuvieron acceso a medidas de apoyo a los ingresos, con el riesgo de caer en la pobreza más extrema”, destacó la organización.

Por último, se resaltó el potencial que tiene el sector de los cuidados para generar empleos decentes. La OIT estima que a nivel global se podrían generar hasta 299 millones de puestos de trabajo a 2035.