Su fundador, el inglés Thomas Cook, había inventado en 1841 el turismo moderno al principio de la era victoriana. Pero, 178 años después, el histórico grupo británico tuvo que cerrar bruscamente este lunes.

Sin embargo, su quiebra no es una sorpresa habida cuenta de que el estado de salud del grupo no dejaba de degradarse desde hace 10 años, con una deuda gigantesca de más de 1.000 millones de libras (1.242 millones de dólares).

Eso se suma a un gasto desproporcionado, como el de los altos ejecutivos, que durante los últimos años recibieron bonos por 20 millones de libras esterlinas (24 millones de dólares), pese a que la compañía ya venía dando pérdidas, destaca The Telegraph.

“La deuda es sólo el síntoma de un mal profundo. Thomas Cook fracasó porque no supo evolucionar con el tiempo”, considera Neil Wilson, analista de Markets.com.

Por su parte, el gobierno británico, que abrió una investigación, subraya que “existen complejas razones detrás de esta quiebra”, según una portavoz de Downing Street.

Thomas Cook

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El punto de inflexión puede situarse en 2007, cuando el grupo se lanzó a la compra de MyTravel, un especialista británico del viaje organizado tradicional.

Esta costosa adquisición fue difícil de digerir en un momento en que el modelo de negocio se veía alterado por el auge de las vacaciones compradas por Internet.

Unos años más tarde, en 2011, se sumaron a los problemas del grupo las turbulencias provocadas por las primaveras árabes en Túnez y Egipto, que desanimaron a viajar hacia esos destinos a buen número de turistas europeos.

Difícil competir

Entonces rozó por primera vez la quiebra y se salvó sólo gracias a una nueva inyección de dinero de sus acreedores, lo que agravó su deuda y lo obligó a gastar cientos de millones de libras en intereses.

Ya debilitado, en los últimos dos años debió hacer frente además a una nueva tempestad entre las incertidumbres del Brexit, que animaron a muchos turistas a aplazar sus vacaciones, la caída de la libra, que pesó en su contabilidad, y una ola de calor que incitó a gran cantidad de europeos a pasar el verano cerca de casa en lugar de viajar a destinos lejanos.

El grupo iba así multiplicando las advertencias sobre sus resultados e incrementando sus pérdidas. Y sus acciones de desplomaron: el viernes al cierre sólo valían 3,45 peniques, es decir 0,0345 libras, frente a 1,2 libras a principios de 2018.