Según la Secretaría de Desarrollo Económico de Bogotá, en los últimos dos años las exportaciones desde la capital han recuperado su dinamismo, siendo los productos agrícolas y alimenticios las principales actividades económicas. Asimismo, los productos no tradicionales alcanzaron a cubrir el 84,3 % del total de lo exportado. En total, en 2021 los envíos al extranjero alcanzaron los US $ 3.344 millones, lo que representa un incremento del 44 % en comparación con 2020 y 35,7 % más que en 2019.

En cifras globales, esto refleja una recuperación del 135,7 %, dato que no parece producto del azar: según el programa Bogotá Exporta +, la ciudad le apuesta a que los emprendimientos bogotanos sigan creciendo. Para Catalina Hernández, vicepresidenta (e) de Exportaciones de Procolombia, la “internacionalización es una de las vías más importantes de crecimiento de las empresas”. Sin embargo, hay un sector al que se le quiere dar visibilidad: el de las empresas del sector agroindustrial de cannabis.

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Los retos

Angélica María Castellanos pertenece a la Red de Mujeres Cannábicas Colombia, una fundación legalmente constituida, que desde hace seis años comenzó un activismo que les permitió crear empresa, ayudarse entre ellas y servirle a esta comunidad. En ese acompañamiento se llevó a cabo el proceso de creación o formalización de 700 empresas, que trabajan con cannabis en todo el país. Y en octubre del 2020 llegaron a unirse a la Mesa Distrital Cannábica de Bogotá.

“En la mesa creamos la primera Encuesta Distrital Cannábica de Bogotá. Nos encuestamos y nos censamos. Encontramos cosas interesantes: hay gente de distintas profesiones, como también hay analfabetas, que se dedican a este negocio. Hay empresas constituidas legalmente y la mayoría pagamos nuestra seguridad social”, señaló Castellanos.

Después del censo se crearon varios comités: empresariales, pedagógicos, desarrollo científico, jurídicos, gobernanza y comunicaciones. Es decir, se asignaron distintos roles dentro de la comunidad cannábica de Bogotá, en la que todos estos empresarios llevan años tratando de abrirse espacio en el sector farmacéutico, gastronómico, cosmético, textil y recreativo, entre otros.

No obstante, para Castellanos, la industria del cannabis corre riesgos políticos, culturales y socioeconómicos, incluso, en la misma comunidad cannábica. Advierte que no todos los productos tienen registro Invima, precisamente por desinformación y los largos procesos a los que son sometidos. “En el país estamos quedados y lejos del mercado del cannabis, pero apoyamos los emprendimientos, porque es el mercado del mañana”.

La empresa a la que pertenece Angélica produce y vende productos medicinales y textiles con cannabis y desde 2021 exporta a Canadá y a México. Reconoce que desde la expedición del Decreto 613 (abril 2017), que reglamentó la evaluación, seguimiento y control del uso de las semillas para la siembra del cannabis y sus derivados, para fines médicos y científicos, en Colombia se comenzó a hablar de regulación. Aunque no estaba claro el panorama, impulsaron planes pilotos. “Hemos trabajado conforme a la ley, para certificarnos nacional e internacionalmente”, agregó Angélica.

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Sin embargo, la barrera más presente que tuvo que enfrentar para exportar fue el poco conocimiento de los funcionarios públicos y las entidades bancarias, ya que no se les permitía abrir cuentas empresariales por trabajar con cannabis, algo fundamental para poder certificarse.

“Otro factor fue las certificaciones que debemos tener de acuerdo con el tipo de exportación que hacemos. Por ejemplo, la medicinal, para ir a Europa, debe tener grado farmacéutico alto. Si no, no la dan”. La empresa de Angélica contrató abogados y asesores para certificarse ante los entes de control del negocio del cannabis en Colombia: los ministerios de Salud, de Justicia, de Agricultura, el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA) y el Fondo Nacional de Estupefacientes. Todo este proceso le costó casi $ 20 millones.

Andrés Gallardo, director y fundador de Fharma Salem (cadena productiva de cannabis) y creador del congreso Cannabis Network, evento que busca educar el sector empresarial, en todos estos años encontró que la dificultad más grande a la hora de exportar es la falta de información. “Los que entramos en este negocio empezamos al revés: ponemos invernaderos y demás, pero llegas al momento de la exportación y te das cuenta de que existen las certificaciones, de las cuales hay poco conocimiento”.

Para Gallardo, las ayudas del Distrito se quedan cortas en comparación con todo el apoyo que necesita este sector. “Muchos bogotanos estudian ingeniería agronómica; han investigado el autocultivo y a pesar de que Bogotá es el centro de negocios, no tiene presencia de cannabis de una manera tan amplia como la tienen Medellín o Boyacá”. Para él, los empresarios se pueden dedicar a cultivar de mil maneras, pero antes de empezar a sembrar hay que “aprenderse las regulaciones internacionales y nacionales”.

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Por ahora, todos parecen estar aprendiendo. El Distrito, por su parte, le sigue apostando a este sector empresarial, al punto de haber incluido a la industria del cannabis en la segunda fase de Bogotá Exporta +, el programa de la Secretaría de Desarrollo Económico, que busca capacitar y potenciar las empresas bogotanas para internacionalizarlas. El programa abrió una convocatoria con 56 cupos para empresas, de los cuales se les dará prioridad a 10 negocios del sector agroindustrial de cannabis con fines medicinales, cosméticos e industriales.

Ante los vacíos legales, Alfredo Bateman, secretario de Desarrollo Económico, expresó que están trabajando para tratar de cerrar las brechas actuales frente a los permisos que se requieren. “En el caso del cannabis tenemos que ver qué empresas nos llegan en esta segunda fase de la convocatoria y hacer el diagnóstico. Pensamos que tiene mucho que ver con el registro, con los permisos y con los temas de los componentes y de las fórmulas de cómo tienen esos activos de los cannabinoides. Ya muchos países han venido dando pasos hacia la legalización de estos productos con carácter médico, pero también cosmético e incluso alimenticios. Entonces, parte del desarrollo de la industria y del potencial de crecimiento tiene que ver no solo con aprovechar mercados locales, sino con explorar los internacionales, donde Colombia, y particularmente Bogotá, tiene un gran potencial”, concluyó.