La pandemia del coronavirus ha llevado a la economía mundial a una recesión, y serán necesarios fondos masivos para ayudar a las naciones en desarrollo, dijo Georgieva.

“Está claro que hemos entrado en una recesión” que será peor que en 2009 después de la crisis financiera mundial, señaló la titular del FMI en una conferencia de prensa virtual.

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Con la “parada repentina” de la actividad económica mundial, “nuestra estimación actual para las necesidades financieras generales de los mercados emergentes es de 2,5 billones de dólares”, dijo, advirtiendo que estiman que ese es el “extremo inferior”.

Más de 80 países ya han solicitado ayuda de emergencia al FMI.

La alerta del FMI va en línea con las cifras más recientes conocidas sobre la pandemia que afecta al mundo. Esta es una pequeña cartografía de esta crisis inédita y de sus principales zonas de tensión, empezando por la deuda de las empresas:

Billones de euros en pérdidas

“Ningún crash se parece nunca a los anteriores, pero esta crisis no es en absoluto menos inédita, pues se trata verdaderamente de un golpe externo a los mercados”, explica Didier Saint-Georges, miembro del comité de inversiones de Carmignac.

De media, las acciones mundiales perdieron un 30% de su valor,  es decir “unos 27,6 billones de dólares como mínimo, pero ganaron unos cuatro billones de dólares desde el martes”, estima Daniel Morris, estratega senior en BNP Paribas Asset Management.

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Bancos centrales al frente

Y ante una crisis extraordinaria, se imponen respuestas extraordinarias.

Los bancos centrales no solo pusieron unas cantidades vertiginosas sobre la mesa, sino que también terminaron con todo lo que pudiera impedirles actuar en todos los frentes.

Cuando la Fed eliminó la prohibición de comprar deuda de las empresas, el BCE se otorgó la posibilidad de comprar una enorme parte de la deuda italiana.

“Esto no tiene límites. La Fed puede incluso, a través de mecanismos financieros, comprar indirectamente préstamos estudiantiles”, subraya Eric Vanraes, gestor del banco suizo Eric Sturdza.

Esto permitió, además, imponer un poco de calma en el mercado de la deuda de los Estados.

Los gobiernos tampoco se quedaron atrás, y los países lanzaron planes de gran alcance para intentar hacer frente a las consecuencias económicas de la COVID-19.

La deuda de las empresas hace saltar las alarmas

Según la opinión general, el punto más crítico corresponde con el endeudamiento de las empresas. La bajada de los costos de los préstamos en los últimos años llevó a las empresas a pedir muchos préstamos. Sin embargo, la interrupción brutal de la actividad pone en peligro numerosas estructuras y hace que se disparen los tipos de interés.

Los bancos centrales vigilan de cerca la situación, pero todo el mundo teme una ola de degradación por parte las agencias de calificación.

AFP