El portero chocoano Harlen Castillo se la ha pasado de festejo en festejo los últimos meses. Primero ganó la Liga del segundo semestre del año pasado con Pereira y ahora celebró la Superliga con Nacional. Ya disputó su primer partido con el verde paisa y fue figura, atajando un penalti y evitando que el Deportivo Cali se llevara los tres puntos del Atanasio en juego válido por la cuarta jornada de la Liga Betplay-1.

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Sin embargo, no todo ha sido color de rosa para este futbolista de 29 años de edad. EL COLOMBIANO dialogó con él para conocer un poco más su parte humana y de su historia en el fútbol.

Cuéntenos cómo fueron sus inicios en el fútbol

“Nos faltaría tiempo, pero desde que tengo memoria me ha gustado mucho el fútbol. Inicialmente era extremo, delantero hasta los 15 años. Después, mientras estaba jugando un zonal con Chocó, un profesor de acá de Medellín me vio jugando y en ese partido expulsaron al portero y me dieron la responsabilidad de tapar. Atajé penalti y ese fue un comienzo para enamorarme de la portería”.

¿Qué fue lo más difícil de su niñez?

“Todo, porque desde el principio el único apoyo que tuve fue el de mi mamá y de un hermano mayor, Andrés. Siempre estuvieron ahí y me colaboraban con lo poco o lo mucho que me podían dar. Fue difícil desde el principio. Hasta los 18 o 19 años que firmé mi primer contrato era muy complicado conseguir guayos, guantes u otros implementos deportivos, también para el transporte y la alimentación”.

Complejo en su región…

“Salir adelante en el Chocó es bastante complicado por la escasez de recursos. Cuando decidí irme a buscar mis sueños se volvió más duro, porque llegas a una ciudad donde todo es nuevo, en la que no estás acostumbrado, donde todo es plata. Para dirigirme a los entrenamientos me tocaba coger una o dos rutas de bus y a veces irme sin comer y no podía competir de la mejor forma porque llegaba débil. Pero Dios me supo dar esa fuerza, esa valentía para luchar con lo poco que tenía por mi sueño y gracias a Dios estoy aquí en Nacional”.

¿En algún momento pensó en tirar la toalla?

“Sí, tuve un tiempo cuando estuve en el DIM y salí. Me quedaba donde un tío en Robledo, pero surgió un inconveniente con él, porque mi papá era el que se encargaba de mandar cosas allá y en esa época ellos habían discutido. Y sin mi familia saber nada en el Chocó, me fui de la casa y prácticamente viví en la calle como un mes, andando de acá para allá; guardaba mis cosas en un negocio y me mantenía trabajando en lo que fuera para seguir jugando fútbol. Nadie lo supo hasta ahora y fue un momento complicado de mi vida, porque estar en la calle no es fácil, me tocaba cuidarme de muchas cosas y más que tenía que buscar amistades y compañeros que me dejaran descansar para, al otro día, madrugar a entrenar y después a trabajar y buscar dónde quedarme de nuevo. Prácticamente estuve así como un mes”.

¿En qué trabajo en ese mes?

“Transportaba y cargaba cajas de licores de la empresa del amigo que me guardaba las cosas. Hacía domicilios y con eso me sostenía para pagar habitaciones por noche o pagarles a otros compañeros de mi pueblo, porque acá en Medellín hay mucha gente del Chocó que también me colaboró en esos momentos”.

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¿De dónde viene el apodo de Chipi Chipi?

“Hubo un tiempo en el que me probé en Nacional con el profesor Felipe Merino, él quería dejarme, pero se fue para España y me encontré con un empresario que me llevó para Pereira, exactamente en 2012. En esa época había una novela muy famosa que era Chepe Fortuna y el personaje de Julio, que recién había ganado el Factor X, estaba ahí. Yo me caracterizaba por estar muy alegre en los entrenamientos y mantenerme cantando y gracias a esa dinámica, Juan David Ríos (hoy jugador del Tolima) me dijo que yo me parecía a ese personaje por ese carisma y me dijo: ‘vos te pareces a Chipi Chipi’ y como nosotros somos morenos y guapos (risas), desde ahí comenzó el Chipi Chipi”.

¿Quién le ha dado el mejor consejo y cuál fue?

“Si digo uno o menciono a alguien se me quedarían muchos por fuera. Yo le agradezco a Dios porque en este camino largo que he tenido en el fútbol y la vida encontré personas que me dieron buenos consejos, que me han hecho crecer, mejorar y madurar. No solo técnicos y compañeros, sino otras que tienen su vivencia y experiencia, que han pasado traumas y que cuando yo tuve momentos difíciles me tendieron la mano”.

¿Qué lo motiva a usted antes de un partido?

“No soy de cábalas, creo que jugar es mi mayor motivación. Tengo familia, dos niños y unos hermanos a los que ayudo. Mi anhelo siempre fue jugar al fútbol, ver a la gente en las tribunas alentándome. Entonces, siempre doy todo desde los 12 años que comencé a jugar al fútbol y ese amor, se puede decir, que es la mayor motivación”.

¿Es soltero o casado?

“Tengo algo difícil, pero sí una persona al lado con la que llevo poco tiempo y espero que esa relación madure y progrese y, si no, Dios sabrá cuál es mi camino”.

¿Cómo se llaman sus hijos?

“Martina y Jeyco. A la niña le gusta tapar, pero al niño lo estoy direccionando como delantero porque ahí es donde está la plata (risas). Tengo portera y goleador, pero estoy presto a cualquier disciplina que ellos elijan. La cuestión es estar ahí, apoyándolos siempre que ellos tomen una decisión”.

¿Cuáles son sus anhelos con Nacional?

“Quiero lograr muchos títulos, no llegué para ser uno más, quiero dejar huella y espero que Dios me entregue el sacrificio y la fe por la que siempre me he caracterizado y así demostrar que no quiero pasar por pasar. Deseo ayudar a Nacional a que esté nuevamente en lo alto de Suramérica y que la hinchada y la gente sigan creyendo en nosotros”.

¿Quién le enseñó a tapar penaltis?

“La verdad, nadie. Es una virtud con la que nací, es un poco de intuición. Desde niño me ha gustado ver a muchos porteros tapando penaltis, en general, porque creo que de todos se aprende un poco”.

¿Cuál fue su ídolo en la portería?

“El que siempre me gustó fue Óscar Córdoba. Me marcó mucho, porque en esa época, de los porteros que tenía la Selección, era el más técnico, el más polivalente y eso a mí siempre me gustó. Hace poco, cuando estuve en Bogotá recibiendo el premio como el Mejor Portero de la pasada Liga, se lo dije a él personalmente, quería que supiera que fue un arquero que a mí me enseñó mucho. Aunque no lo vi en su plenitud, sí hay muchos videos de él cuando jugaba en Boca Juniors y estaba en la Selección. Pateaba con izquierda, con derecha, rápido de manos y con un estilo único a la hora de atajar y por eso le debo mucho a él”.