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Roberto Morales
EFE | LA PATRIA | Madrid
La reciente edición del clásico entre el Real Madrid y el Barcelona demostró que el peso de los grandes partidos ya no persigue a Xabi Alonso, quien se consolidó al frente de un equipo madridista decidido y tenaz. En un encuentro definido por el alto nivel de compromiso y hambre del Real Madrid, la defensa del Barcelona exhibió sus fragilidades, especialmente al enfrentar la intensidad del adversario y la falta de presión sobre los jugadores clave, como Mbappé, quien protagonizó momentos determinantes durante el partido.
El clásico, considerado el escenario con mayor concentración de estrellas en el mundo del fútbol, estuvo marcado por el protagonismo de figuras como Mbappé, incansable en su afán por aumentar su cuenta goleadora, Jude Bellingham, quien recuperó su rol principal, y Vinícius, capaz de sembrar dudas en la defensa rival. Sin embargo, la actuación de Vinícius también fue motivo de polémica al momento de su sustitución, mostrando la intensidad emocional inherente a este duelo.
Por parte del Barcelona, la aspiración de igualar su mejor racha de victorias seguidas en un clásico se vio truncada por una primera mitad discreta y notorias ausencias, lo que condicionó el juego de Hansi Flick. Lamine Yamal, lejos de su mejor forma, no logró ejercer el papel determinante esperado en estos escenarios. La presión de la afición y el enfrentamiento con jugadores como Álvaro Carreras también influyeron en el desarrollo de las acciones.
El centro del campo barcelonista, tradicional zona de dominio, fue el origen de sus dificultades. Apenas iniciado el partido, una acción de Vinícius generó polémica por un penalti inicialmente señalado y luego anulado tras la revisión del VAR, al considerar que la supuesta infracción fue fruto de un contacto adverso. Del mismo modo, el primer gol de Mbappé fue invalidado por un ajustado fuera de juego, reflejando la influencia de la tecnología en el juego moderno.
El Real Madrid, superando el factor psicológico y gracias a un ajuste táctico de Xabi Alonso, afianzó su superioridad con la contribución de jugadores como Güler y la movilidad de Bellingham. Mbappé abrió el marcador al aprovechar un pase en profundidad, superando a la defensa barcelonista. Sin embargo, la escuadra madrileña no pudo materializar sus oportunidades en la fase de mayor dominio, permitiendo a un Barcelona vulnerado mantenerse en el partido.
La reacción del equipo catalán llegó tras un error de Güler, que derivó en el empate firmado por Fermín, seguido de otro gol anulado para Mbappé antes del descanso. Bellingham devolvió la ventaja al Real Madrid tras una acción colectiva culminada por Militao, mostrando la capacidad del conjunto blanco para sobreponerse en los momentos decisivos.
En la segunda parte, el ritmo cambió con el Barcelona tomando mayor protagonismo gracias al control del balón y a la influencia de Pedri. El Real Madrid encontró respuestas en su organización defensiva y en el juego agrupado, resistiendo la presión hasta el último minuto, con intervenciones decisivas tanto de los porteros como de los defensores. El marcador final de 2-1 favoreció a un Real Madrid que, pese a los intentos del Barcelona, supo gestionar los momentos clave y proteger su ventaja, en un clásico que concluyó no sólo con polémica arbitral, sino también con la intensidad propia de estos históricos enfrentamientos.
¿Cómo influyó la utilización del VAR en el desarrollo del clásico?
La presencia del VAR (siglas de "Video Assistant Referee", es decir, Árbitro Asistente de Video) desempeñó un papel fundamental en varias decisiones del encuentro, dando un giro a jugadas que, de haberse mantenido las decisiones arbitrales iniciales, habrían cambiado el rumbo del partido. Por ejemplo, el primer penalti señalado a favor del Real Madrid, originado tras una caída de Vinícius en el área, fue revertido por el VAR al comprobarse que la infracción era a la inversa. Asimismo, dos goles fueron anulados utilizando esta tecnología, destacando su impacto directo en el marcador y en la dinámica emocional del juego.
Este tipo de intervenciones genera debate acerca de la objetividad, precisión y fluidez del fútbol moderno. Al hacer visibles decisiones que antes quedaban sujetas únicamente al criterio de los árbitros, la tecnología contribuye a reducir errores evidentes, aunque también incrementa la controversia sobre la interpretación de las acciones. El clásico, por tanto, reflejó cómo el VAR es ya un elemento inseparable de los grandes partidos, capaz de modificar tanto lo ocurrido en el campo como la percepción de justicia entre aficionados y protagonistas.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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