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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 23, 2025 - 8:22 pm
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El 11 de mayo de 2011, Once Caldas enfrentó uno de los momentos más determinantes de su historia reciente en Copa Libertadores. Aquella noche, la escuadra colombiana fue eliminada por el Santos de Brasil, que contaba entre sus filas con el entonces joven Neymar, figura emergente del fútbol mundial. Tras caer 0-1 en Manizales y empatar 1-1 en territorio brasileño, el conjunto blanco inició un periodo de frustraciones futbolísticas que incluyó eliminaciones prematuras tanto en la Libertadores de 2012 y 2015 como en la Copa Sudamericana de 2019. Hoy, catorce años después, Once Caldas regresa al renovado estadio Palogrande con la posibilidad de alcanzar las semifinales de la Copa Sudamericana. Según los organizadores, cerca de 28 mil aficionados acompañarían al equipo, lo que garantizará una taquilla superior a los $1.700 millones de pesos colombianos, reafirmando tanto la importancia deportiva como la expectativa que genera este compromiso ante Independiente del Valle de Ecuador.

No se trata solo de una revancha deportiva. Para Manizales y sus hinchas, el retorno a estas instancias es ocasión de visibilizarse nuevamente en el panorama internacional del fútbol sudamericano. La historia le resulta propicia al cuadro local: en 2004, Once Caldas ya había logrado superar a Santos, antecedente que alimenta la confianza de jugadores y simpatizantes para esta nueva cita continental. Analizando la formación, el técnico Hernán Darío Herrera apuesta por movimientos tácticos clave con la inclusión de Déinner Quiñones y la ausencia de Alejandro García y Juan Felipe Castaño, adaptaciones realizadas para contrarrestar a un Independiente del Valle que también llega con variantes, entre ellas el refuerzo de Patrick Mercado y la baja obligada de Mateo Carabajal.

La comparación de trayectorias entre ambos equipos contextualiza el encuentro. A pesar del reconocimiento que Independiente del Valle ha ganado recientemente en la región, su desempeño como visitante en torneos internacionales ha presentado debilidades en el último año: acumula apenas dos empates y tres derrotas, situación que Once Caldas podría aprovechar. El propio paso del club ecuatoriano de la Copa Libertadores a la Sudamericana, así como sus victorias ajustadas, muestran un plantel competitivo, pero aún inestable en el extranjero.

El partido trasciende el terreno de juego. La Copa Sudamericana ha servido históricamente como vitrina para que clubes emergentes de la región consolidan su posición tanto a nivel nacional como internacional. Estudios de organismos de gestión y reguladores deportivos en América Latina —como la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL)— detallan que partidos de alta asistencia y taquilla, como el del Palogrande, inciden directamente en el turismo local y en la economía urbana, y refuerzan además la cohesión social a través de una fuerte identificación cultural entre el club y sus seguidores.

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El despliegue logístico de este evento evidencia la dimensión social que ha adquirido el fútbol sudamericano contemporáneo: medidas de seguridad reforzadas, restricciones en el ingreso de ciertos objetos, ingreso controlado de menores y consejos para evitar congestiones vehiculares, apuntan a ofrecer una experiencia segura y ordenada. En tanto, el partido refleja dinámicas propias del presente futbolístico: mientras Independiente del Valle ilustra el auge de los clubes ecuatorianos, Once Caldas procura sostener su protagonismo en un entorno marcado por la inversión y la valorización del talento exportado. Las expectativas públicas en Manizales se mantienen elevadas: el optimismo generalizado y los pronósticos favorables retratan una ciudad volcada a respaldar a su club, convencida de que esta vez puede reescribir una página memorable de su historia deportiva.

Este cruce, más allá de los noventa minutos en el Palogrande, es la conclusión de un largo proceso de resiliencia, cohesión e identidad colectiva, donde cada decisión, desde la táctica en la cancha hasta la movilización de la hinchada, cobra relevancia en el mapa emocional y social de la región.

¿Qué factores hacen competitivo al fútbol colombiano en torneos sudamericanos?

La relevancia del fútbol colombiano en torneos continentales responde a diversos factores internos. Desde la formación de jugadores en divisiones juveniles hasta la gestión estratégica por parte de los clubes, el fútbol en Colombia ha adoptado esquemas de organización y profesionalización que lo mantienen como un semillero importante en la región.

Además, la presencia de equipos con tradición, como Once Caldas, refuerza la visibilidad del torneo y promueve el interés mediático, factores que impulsan la competitividad y el desarrollo institucional frente a rivales de Perú, Ecuador y Paraguay, por ejemplo.

¿Qué impacto tiene una fase semifinal de Copa Sudamericana en la economía de una ciudad como Manizales?

La organización de partidos internacionales de alto perfil puede tener un efecto considerable en la economía local. Según informes de organismos como la Confederación Sudamericana de Fútbol, estos encuentros incrementan el flujo turístico, favorecen la ocupación hotelera y dinamizan actividades comerciales relacionadas con el sector de servicios y el consumo.

En ciudades como Manizales, la recaudación por taquilla y turismo potencia asimismo otros sectores conectados, fortaleciendo la imagen local y movilizando recursos que trascienden el propio ámbito deportivo para impactar positivamente en el desarrollo urbano y social.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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