En 2019, el mundo del fútbol se estremeció con la prematura muerte del delantero argentino Emiliano Sala, de 28 años, que iba a unirse al club Cardiff City, al que había sido traspasado procedente del Nantes francés.

El cuerpo de Emiliano Sala  fue encontrado más de dos semanas después del accidente. Sus restos mortales fueron repatriados en febrero de 2019 a Argentina.

Después de más de siete horas de deliberaciones, el jurado popular declaró culpable a David Henderson y su pena será anunciada el 12 de noviembre. Henderson se expone a una condena de cinco años de cárcel.

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También podría ser condenado a dos años de prisión por el transporte de un pasajero sin la pertinente autorización, un cargo del que el propio Henderson fue declarado culpable, por lo que el jurado no se pronunció al respecto.

El pequeño avión privado a bordo del cual se hallaban el delantero argentino y el piloto David Ibbotson sufrió un accidente en el Canal de la Mancha el 21 de enero de 2019. El cuerpo del piloto, de 59 años, no fue encontrado.

Según la versión de la acusación durante el proceso, el acusado debía pilotar el aparato en un primer momento, pero al encontrarse de vacaciones en París con su mujer confió el transporte a Ibbotson. Este último carecía de licencia de piloto comercial, su cualificación para este tipo de aparatos había expirado y no tenía la competencia requerida para realizar vuelos nocturnos.

En su informe definitivo, publicado en marzo de 2020, los investigadores británicos sobre accidentes aéreos estimaron que el piloto había perdido el control del aparato durante una maniobra efectuada a una velocidad demasiado elevada, “probablemente” destinada a evitar el mal tiempo.

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El tribunal de Gales desestimó los argumentos de la defensa de David Henderson, juzgado por haber organizado el vuelo, que aseguró este martes que su implicación en el drama se limitaba a “una simple cuestión de papeleo”, rechazando toda imprudencia.

En sus alegatos finales, el abogado Stephen Spence negó que su defendido actuara de manera “imprudente”, afirmando que los reproches a su cliente sobre el reglamento se referían “puramente a una cuestión de papeleo” y que ello no había conducido realmente a poner el vuelo en peligro.

Spence señaló que Ibbotson, piloto experimentado con más de 3.500 horas de vuelta, era “legalmente responsable de la seguridad” del viaje.

El abogado dijo también que la única diferencia entre una licencia comercial y una privada se refiere a la posibilidad de hacer pagar a los pasajeros y que no tiene que ver con las capacidades del piloto.

El certificado de transportador aéreo, que no es “más que un trozo de papel mágico que te permite hacer pagar a la gente”, según dijo Spence, “no tiene mucho que ver con el peligro o la ausencia de peligro”.

“Si eres rico, puedes transportar sin certificado en tu jet a tu familia, tus amigos y colegas, con la condición de que no paguen”, añadió.

En su informe definitivo, publicado en marzo de 2020, los investigadores británicos sobre accidentes aéreos estimaron que el piloto había perdido el control del aparato durante una maniobra efectuada a una velocidad demasiado elevada, “probablemente” destinada a evitar el mal tiempo.