El futbolista, que perdió la vida en una avioneta que se cayó en el Canal de la Mancha en enero de 2019, inhaló una cantidad tan elevada del gas que este le pudo provocar un ataque al corazón o haberlo dejado inconsciente antes del impacto contra el agua, señaló el informe luego de conocer los resultados de las pruebas toxicológicas que se le practicaron.

Por su parte, David Ibbotson, piloto de la avioneta, pudo haber sufrido la misma exposición, argumentaron los investigadores, pese a que sus restos no se han podido recuperar.

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La aeronave en la que viajaban ambos de Francia a Gales perdió contacto con el radar de la isla de Guernsey en la noche del 21 de enero.

Las autoridades de la isla británica suspendieron la búsqueda del futbolista 3 días después del accidente, al considerar que había pocas posibilidades de encontrarle vivo.

Sin embargo, su cuerpo fue recuperado posteriormente en el interior de la aeronave hundida, una Piper Malibu, por un equipo de rescate privado.