Manuel Francisco dos Santos creció en Pau Grande, Río de Janeiro. Desde niño trabajó cosiendo mangas de camisas en una fábrica de confecciones, la jornada era agobiante porque luego jugaba fútbol y por la noche estudiaba. Empezó en el equipo de la fábrica, lo vieron y lo recomendaron a Botafogo donde se probó en 1951, a los 16 años, y quedó seleccionado. Debutó en 1953 y poco a poco comenzó a llamar la atención.

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En 1954 terminaba oficialmente ‘El Dorado’ del fútbol colombiano cuando los jugadores extranjeros debían regresar a su club de origen por el Pacto de Lima. Ya varios se habían marchado porque los clubes se fueron quedando sin dinero. Vasco da Gama y Botafogo llegaron a Colombia en julio para hacer una gira en lo que sería la despedida de ‘El Dorado’.

Botafogo derrotó 4 – 1 a Medellín, 2 – 0 a Millonarios y 2 – 1 tanto a Atlético Nacional como a Santa Fe. La verdad es que el desempeño de Garrincha no fue extraordinario ni llamó la atención de la prensa colombiana. El atacante hasta ahora tenía 20 años y era la primera vez que salía de gira con el club de Río de Janeiro. En 1968 Garrincha llegó a Barranquilla a jugar con el Junior y lo entrevistó Álvaro Cepeda Samudio donde recordó varias cosas.

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Una de ellas fue la noticia que se encontró en su casa cuando regresó de aquella gira por Colombia. Su hermana Teresa, de solo 3 años, había muerto. “Se acostumbra uno a todo, a lo bueno y a lo malo”, le dijo Garrincha al periodista colombiano. El extremo se hizo famoso en el Mundial de Suecia 1958 cuando Brasil consiguió su primer Mundial en una recordada delantera junto a Pelé, Vavá y Zagallo.