A partir del martes, miles de trabajadores de los Juegos, voluntarios, conserjes, cocineros y conductores estarán aislados durante semanas en el llamado “bucle cerrado”, sin contacto físico con el exterior.

China, donde emergió el coronavirus a finales de 2019, mantiene una estrategia de tolerancia cero con el COVID-19 y sigue la misma política para limitar el potencial impacto de la pandemia en los Juegos Olímpicos de Invierno, que se disputarán del 4 al 20 de febrero, y los posteriores Paralímpicos.

Las medidas contrastan con las de los Juegos de Verano de Tokio, que permitieron alguna movilidad para los voluntarios y otros trabajadores.

La prensa internacional y unos 3.000 atletas deben comenzar a llegar a la capital china semanas antes del inicio y permanecerán en la burbuja desde su arribo y hasta que abandonen el país.

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Para entrar a la burbuja se debe tener la vacunación completa o hacer una cuarentena de 21 días al llegar a Pekín, y todos dentro de ella serán sometidos a pruebas diarias y deberán usar mascarilla todo el tiempo.

Zhao Weidong, jefe del departamento de prensa del comité organizador de los Juegos, dijo recientemente a AFP que Pekín estaba “plenamente preparada”:

“Hoteles, transporte, alojamientos, así como nuestros proyectos Olímpicos de corte científico tecnológico están listos”, agregó Zhao.

Los aficionados no serán parte del “bucle cerrado” y los organizadores deberán asegurar que no interactúen con los atletas y otros dentro de la burbuja. Las personas que viven en China también deberán guardar cuarentena al salir de la burbuja antes de volver a sus casas.

Periodistas de AFP en Pekín vieron a los trabajadores levantando cercas de alambre y guardias de seguridad vigilando la mayoría de las sedes, que están fuera de la capital.

Diplomáticos en China dijeron a AFP que las medidas parecen tan impenetrables que temen no poder ofrecer asistencia a sus nacionales dentro de la burbuja.