Colombia tiene 36 páramos que producen el 70 % del agua que usted y su familia beben a diario; con la que prepara su tinto, sus comidas (desayunos, almuerzos y cenas) e, incluso, con la que se baña y malgasta día a día sin tener conciencia de ello.

Además, estos ecosistemas cuentan con más de 150 especies de aves, 3.000 especies de plantas, cerca de 100 de anfibios, frailejones, osos de anteojos y cóndores, entre otros; representan casi el 2 % de la superficie del país y son casi el 50 % de todos los que hay en el mundosegún el Ministerio de Ambiente.

Teniendo en cuenta semejante magnitud, en sus propias manos está la protección de las fuentes de vida más importantes para así librarlos de su deterioro y, en un escenario más pesimista (pero no salido de los cabales) de su extinción.

Todos los páramos de Colombia se encuentran en un alto riesgo y podrían sufrir una posible reducción de su extensión o la desaparición de especies debido al desarrollo inadecuado de actividades productivas, como la minería, la agricultura y la ganadería, así como por fenómenos globales de cambio climático, según el libro Páramos Vivos-Bitácora de flora del Instituto Humbolt.

Guaviare

Artículo relacionado

[Galería] Turismo, la nueva bonanza del Guaviare; el negocio ahora es otro

Es común creer que las tareas de preservación y cuidado solo les corresponden al Gobierno, empresas mineras, organizaciones del sector y comunidades aledañas, pero, la verdad, toda persona debería descubrir y relucir ese ambientalista que lleva por dentro, desde la distancia, sin necesidad de estar presente en uno de ellos ni de empantanarse sus zapatillas de última colección.

Por ello, Diego Arévalo Uribe, investigador y director para Latinoamérica y el Caribe de la consultora Good Stuff International (GSI) advirtió que las amenazas climáticas, de minería y actividades de alto impacto, de minería artesanal y de agricultura campesina que atraviesan los páramos colombianos deben ser tomadas en cuenta de las siguientes maneras:

Con conocimiento, conciencia y compromiso con el ahorro de agua en acciones cotidianas tan simples, como cuando toma una ducha, cepilla sus dientes, lava sus manos o la loza, cocina, hace aseo y demás ejercicios del diario vivir.

Si usted es capaz de entender que los páramos y la alta montaña son territorios vivos y que, aún a miles de kilómetros de distancia, le proveen el agua que sacia su sed.

Otro dato vital es ejercer su voto con responsabilidad ciudadana para tomar decisiones políticas que velen por el cuidado de los páramos.

“Es cuidar el tanque de agua de una casa. Conservar el páramo y permitir la degradación del bosque altocandino es equivalente a cuidar el tanque de agua de una casa, pero olvidar que el agua necesita tuberías para llegar al grifo, donde finalmente es utilizada”, comparó el especialista con más de 20 años de experiencia en el tema.

Sin páramos no hay agua, sin agua no hay vida: tan simple como una gota de H2O (compuesto químico del líquido) resbalando por una hoja y tan claro como el mismo, por ello, hay que cuidar de ellos (lista tomada de Páramos Vivos-Bitácora de flora):

Iguaque-Merchán Yariguíes Los Nevados El Duende
Santurbán Altiplano Cundiboyacense Chilí-Barragán Farallones de Cali
Perijá Rabanal y río Bogotá Los Hermosas Cerro Plateado
Tama Guerrero Nevado del Huila-Moras Doña Juana-Juanjoy
Almorzadero Chingaza Guanacas Chiles-Cumbal
Belmira-Santa Inés Curz Verde-Sumapaz Sotará La Cocha-Pastacoy
Guantiva-La Rusia Los Picachos Paramillo Tatamá
Pisba Miraflores Frontino-Urrao Sonsón
Sierra Nevada de Santa Marta Sierra Nevada del Cocuy Citará Tota-Mamapacha