Por: CENET

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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 5, 2025 - 10:20 pm
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La Alcaldía Mayor de Bogotá y el Gobierno Nacional de Colombia han suscrito recientemente un Memorando de Entendimiento con el objetivo de asegurar el financiamiento y la ejecución de varios proyectos estratégicos de transporte público en la capital. Este acuerdo plantea una hoja de ruta integral que abarca el desarrollo de las dos primeras líneas del Metro de Bogotá, la intervención estratégica de la Calle 13 —vía de acceso fundamental desde el occidente de la ciudad— y la incorporación de una nueva flota de buses eléctricos articulados y biarticulados al sistema TransMilenio. Tales compromisos representan una respuesta articulada para resolver los históricos desafíos en movilidad, sostenibilidad ambiental y cobertura de servicios que enfrenta una de las mayores urbes de América Latina.

Uno de los principales componentes del memorando es la cofinanciación federal para la adquisición de 269 buses eléctricos, cuya entrada en operación está prevista para 2026. Según expertos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la electromovilidad en el transporte masivo es decisiva para reducir la contaminación atmosférica: el reemplazo de flotas diésel por eléctricas puede disminuir las emisiones de dióxido de carbono (CO2) hasta en un 80%, conforme lo plantea también la Agencia Internacional de Energía. Para una ciudad donde millones de personas realizan desplazamientos diarios y los niveles de material particulado superan recomendaciones internacionales, la transición a energías limpias es un componente central de la política pública de movilidad.

Adicionalmente, el acuerdo contempla la reprogramación de recursos para la construcción de la primera línea del Metro, permitiendo una modulación de los desembolsos que alivie la presión sobre las finanzas nacionales y locales en el corto plazo. Parallelamente, se postergó la constitución de un encargo fiduciario para la segunda línea, para favorecer la sostenibilidad económica y el cumplimiento progresivo del cronograma de obra. El Ministerio de Hacienda ya ha autorizado la firma del contrato de crédito con el Banco Interamericano de Desarrollo para el financiamiento de la Línea 2, reforzando el compromiso institucional con la continuidad de este megaproyecto.

El impacto transformador del Metro y de la nueva infraestructura de transporte es manifiesto ante la magnitud de la demanda diaria: de acuerdo con el Observatorio de Movilidad Urbana de Bogotá, cerca de 3 millones de usuarios se movilizan ya entre TransMilenio y el futuro Metro. La ampliación y modernización de esta red, incluyendo la integración efectiva entre ambos sistemas, constituye un avance medular para reducir los tiempos y dificultades de desplazamiento, en particular para la población de regiones periféricas y municipios circundantes como Soacha. Además, el énfasis en tecnologías más limpias concilia los objetivos locales de calidad de vida con las tendencias globales de mitigación del cambio climático.

En el marco internacional, la apuesta de Bogotá por el transporte público sostenible se alinea con las directrices de organismos como la Unión Internacional de Transporte Público, que destacan que estas inversiones no solo generan beneficios ambientales, sino que activan el empleo y reducen la dependencia de los combustibles fósiles. Tales metas coinciden con lo previsto en el Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026, que asigna a la movilidad sostenible un papel estratégico en el desarrollo económico y social del país.

Un aspecto esencial destacado por la administración de la ciudad es el compromiso con la transparencia y la eficiencia en la ejecución de obras, una condición indispensable para la confianza ciudadana y la atracción de nuevas fuentes de financiamiento. Las dificultades históricas que han retrasado otros proyectos de infraestructura demandan una coordinación efectiva y sostenida entre los niveles de gobierno, donde la experiencia internacional indica que la colaboración institucional y público-privada es el camino más prometedor para alcanzar resultados exitosos y sostenibles.

Así, la firma del Memorando de Entendimiento entre la Alcaldía de Bogotá y el Gobierno Nacional sondea una ruta de transformación integral del transporte público, que apuesta por energías limpias, megainfraestructura y calidad de vida como ejes del futuro urbano para millones de habitantes. Este esfuerzo concertado, respaldado por un andamiaje financiero robusto y la experiencia técnica de organismos multilaterales, sienta un precedente para el desarrollo sostenible no solo de la capital colombiana, sino de la región en su conjunto.

¿Qué implica la incorporación de buses eléctricos en el sistema TransMilenio?

La entrada de buses eléctricos al sistema TransMilenio representa un avance sustancial en la reducción de emisiones contaminantes y en la transición hacia una movilidad más limpia y eficiente. Desde una perspectiva ambiental, los buses eléctricos disminuyen significativamente la huella de carbono y la polución del aire, elementos críticos para una ciudad con altos índices de congestión vehicular y problemas de salud asociados a la calidad del aire. Además, el uso de estas tecnologías implica la modernización de la infraestructura de transporte, abriendo la puerta a futuros desarrollos tanto en términos de innovación tecnológica como de integración con otros modos de transporte sostenible.

El proceso de incorporación de estas unidades eléctricas no solo beneficia el entorno ambiental, sino que también puede impulsar la economía local mediante la creación de empleos relacionados a la operación y mantenimiento de la nueva flota. Por otro lado, esta medida refleja un compromiso de ciudad con las normativas internacionales sobre cambio climático y posiciona a Bogotá en la vanguardia latinoamericana de la movilidad urbana sostenible.

¿Cómo se asegura la transparencia y eficiencia en la ejecución de estos megaproyectos?

La experiencia reciente en infraestructura de transporte en Colombia ha evidenciado que la transparencia y la gestión eficiente de los recursos son condiciones esenciales para evitar retrasos, sobrecostos y pérdida de confianza por parte de la ciudadanía. En este contexto, la administración local y nacional han reiterado que el control público, la vigilancia basada en indicadores claros y el reporte constante de avances son pilares fundamentales para garantizar el buen desarrollo de los proyectos estratégicos.

Además, la colaboración con organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo, que suele exigir altos estándares de rendición de cuentas, fortalece los mecanismos institucionales de supervisión. La transparencia no solo facilita la veeduría ciudadana y la consulta pública, sino que también convierte a Bogotá en referente de buenas prácticas en inversión en infraestructura sostenible a nivel regional.

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