“Estamos abocados al desastre, si no damos la vuelta a este barco. Huracanes, tormentas, incendios, nos estamos muriendo”. La afirmación no es un fragmento de una serie apocalíptica producida por Netflix. Las palabras son de Alexandria Ocasio-Cortez, una de las estrellas del partido demócrata en Estados Unidos.

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La congresista manifestó que “existe un consenso científico de que la vida de los niños que nazcan a partir de ahora va a ser muy difícil y esto lleva a los jóvenes a hacerse una pregunta legítima: ¿Está bien seguir teniendo hijos?”. La crisis climática es una de las razones principales por las que mujeres y hombres están renunciando a su descendencia, pero hay otros motivos que ponen sobre la mesa al momento de decidir.

Uno es la individualidad de las nuevas generaciones, que privilegian el estudio, los viajes y el desarrollo profesional. Otro es la falta de oportunidades para estas generaciones, a las cuales se les dificulta tener una calidad de vida estable y satisfactoria. Estos factores aparecen en el último Termómetro de la Familia, una encuesta de la Universidad de la Sabana que en el 2019 arrojó la siguiente cifra: el 59% de los colombianos no quiere tener hijos.

El estudio es llamativo porque los expertos relacionan el “no” de los connacionales con la situación socioeconómica del país: el 17% de los encuestados la considera deficiente; otro 44%, insuficiente; y un 34%, aceptable. En resumen, para el 95% no es ideal.

Estas cifras ponen sobre la mesa una reflexión interesante: el individualismo de los millennials y centennials, que algunos perciben como egoísmo, podría no ser simplemente un asunto generacional, sino la consecuencia de la falta de garantías para estos jóvenes. “Las políticas públicas actuales obligan a los millennials a elegir entre tener un trabajo o tener un hijo”, sostiene María Teresa López, especialista en Políticas de Familia en una investigación.

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La casa está dañada

Algunos movimientos en Estados Unidos proponen reservar la “casa dañada” para los que ya nacieron. Green-Inclination- No-Kids (Tendencia-Verde-Sin-Hijos) y BirthStrike (Huelga de nacimientos) se amparan en revistas científicas como Environmental Research Letters, que sostiene que dejar de parir es más efectivo que reciclar, usar productos biodegradables y apostar por el vegetarianismo.

Sin embargo, decirle “no” a la posibilidad de ser madre o padre es una opción derrotista. El mensaje que transmite es desesperanzador, pues reniega de la existencia humana, al punto de estigmatizar la vida. Y, como la vida de un ser humano no se puede reducir a estudios, le consultamos a José Castillo, doctor en gestión ambiental, por la encrucijada que se les presenta a los adultos fértiles en tiempos de pandemias y de aire contaminado.

“El control de la natalidad no es sinónimo de mejora en el cambio climático. Necesitamos millones de ‘Gretas Thunberg’ para reformar las prácticas. Tenemos que entender que el capital natural que nos queda debemos conservarlo para que soporte la vida de muchas especies de flora y fauna de las que dependemos”, dice el docente e investigador de la Universidad Javeriana. Es urgente cambiar el modelo económico basado en el consumo, cambiar la mentalidad de que todo es desechable, incluidos algunos humanos, y pensar en los que no han nacido, que merecen un futuro mejor. El problema ambiental es un tema de ecología política, de toma de decisiones profundas”.

Adriana Humanes, especialista en impacto del cambio climático en ecosistemas marinos, expresa que el planeta necesita hombres y mujeres a la altura de los retos del presente: “Si puedes garantizar educación y recursos para tu hijo, bienvenido sea. Si tienes capacidad de traer a seres humanos y estás segura de que puedes hacer lo posible para que ellos tengan la educación necesaria para ser agentes de cambio, hazlo. Los recursos del planeta son finitos y ya somos más de los que esos recursos pueden sostener.

El futuro no se ve alentador, sobre todo cuando la problemática actual requiere cambios de políticas a nivel de los gobiernos. Si cada uno de nosotros trabaja y lucha por un cambio, estoy segura de que podremos lograrlo”.

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¿Reducir la natalidad es la solución?

Disminuir los nacimientos nos enfrentaría a un dilema: el medio ambiente se recuperaría, ¿pero qué pasaría con la economía? “Una población con una fecundidad por debajo del nivel de reproducción es una población que envejece inexorablemente, provocando desequilibrios en el gasto sanitario y en el de las pensiones, que pesa sobre las cada vez más reducidas generaciones jóvenes –explica la socióloga italiana Chiara Saraceno–.

Además, con toda la sabiduría y experiencia que podemos reconocer a los ancianos, si estos prevalecen en la población, es más difícil que una sociedad sea capaz de generar innovación cultural, científica y tecnológica”.

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A pesar de los desafíos actuales, el mundo sigue siendo un lugar seguro para los designios de sus habitantes. Cada persona es libre de luchar por sus deseos y no se les debe condenar por reproducirse o por abstenerse. La emergencia climática y la pandemia, no obstante, obligan a meditar con mayor detalle las decisiones que tomamos, desde elegir si vamos a separar los residuos hasta definir qué tipo de hijo le queremos heredar al planeta.