Los padres, en la mayoría de los casos, buscan siempre dar lo mejor para sus hijos, pero esto puede llegar a ser una labor titánica, ya que no existe un manual de instrucciones a seguir sino que los cuidados y necesidades de los pequeños se van aprendiendo en el camino.

Mientras hay áreas que son sencillas de manejar, hay otros factores en la crianza que son más delicados y es muy fácil cruzar la línea. A veces se les exige o se cuida en exceso, lo que en lugar de ayudarles puede hacerles daño, ya que hay una importante diferencia, por ejemplo, entre animarlos a encontrar su camino con las herramientas para que lo construyan y hacerlo todo por ellos o decirles cómo actuar, para evitarles fracasos.

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Existen varias actitudes negativas que no apoyan a su desarrollo, porque no les permiten ni libertad ni autonomía. Estos son 4 hábitos de los padres que en ocasiones dañan más de lo que ayudan a sus hijos y que podemos estar haciendo inconscientemente.

4 hábitos que pueden estar haciendo daño a su hijo

Sobreprotección

Los niños necesitan enfrentarse a retos para superarse y crecer, ya que las dificultades son grandes oportunidades de aprendizaje, entonces los padres sobreprotegen a los niños y no les permiten vivir las experiencias que necesitan para mejorar y madurar.

Es a través de los retos que tienen la posibilidad de explorar y desarrollarse en todo sentido, emocional e intelectualmente incluido, por lo que no puede privarlos de estos aprendizajes. Hacerlo puede generar en ellos inseguridad y ansiedad al sentir que no están preparados para hacerle frente al mundo por su cuenta.

Además, en el futuro creará conflictos de tendencia a la dependencia y falta de independencia, cayendo en relaciones no sanas.

Como padres deben buscar el equilibrio entre cuidar y permitirles tomar riesgos para convertirse en personas seguras de sí mismas y seres autosuficientes, así fomentará su independencia, autoestima y capacidad de resolución de problemas.

Culpa

Como seres “en construcción” es normal que los niños se equivoquen y estos errores son también escenarios perfectos para el aprendizaje, si lo sabe aprovechar.

Es clave hacerles preguntas, pedirles que analicen lo sucedido y que así descubran cómo resolver las cosas por sí solos. Puedes apoyarlos dando ideas sobre cómo mejorar para no equivocarse de la misma manera en el futuro o cómo actuar si se repite.

La reacción hará la diferencia entre hacerlos sentirse culpables y enseñarles a crecer a partir de las fallas.

Críticas excesivas

Hay que recordar siempre que como adultos ya hay cierta madurez para recibir las críticas, pero que en el caso de los niños esta capacidad apenas se está forjando y si constantemente reciben señalamientos, podrían sentir que “no hacen nada bien”.

El tono con el que se les dice las cosas, los momentos en que se decide señalar, podrían hacer que la crianza se convierta en un constante desafío emocional, nada positivo.

Se debe retar sus mentes y hacer observaciones que les permitan mejorar, pero jamás caer en comentarios críticos hirientes, ya que esto afecta su bienestar, llevando a la baja autoestima, el enojo, la tristeza, la falta de confianza y la frustración.

Sarcasmo

El sarcasmo es una forma común de hablar que puede ser burlona e inofensivo. Es un recurso del lenguaje que puede ser mordaz, aunque no necesariamente debe ser hiriente.

Sin embargo, los niños aún no entienden este tipo de formas lingüísticas y lo que como adultos dicen, creyendo que es algo gracioso, puede ser entendido de manera distinta y asumirse como un ataque o un señalamiento humillante.

Cuando son niños muy pequeños el sarcasmo solo creará una accidentada relación, porque afectará su comunicación y la confianza, que debe ser la base entre padres e hijos.