El síndrome de la impostora (también afecta a los hombres, pero mucho más a las mujeres) está comenzando a ser reconocido como causante de un efecto perturbador de las mujeres y los jóvenes en el trabajo. ¿Qué es y cuál es su origen?

Maite Moreno, psicóloga y docente de la EAE Business School, explica que este síndrome se basa “en las preconcepciones que hacen ver como inseguras y con falta de confianza a las personas, dudando de esta manera de sus habilidades, haciéndolas sentir vulnerables y en fraude”.

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Vale la pena resaltar que lo sufren tanto mujeres como hombres, pero “en el mercado laboral parece predominar más en las mujeres”, señala Moreno.

La primera vez que se habló de este síndrome fue en 1978 mostrando que afecta de manera desproporcionada a las mujeres que ocupan cargos directivos, a quienes les resulta difícil aceptar sus logros, cuestionándose si merecen elogios por su trabajo.

Para Moreno “el síndrome de la impostora no se limita al trabajo, puesto que también sienten la necesidad de aprobación constante y masiva de todo lo que hacen”.

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Según la Asociación Americana de Psicología, este síndrome afecta principalmente a los ‘millennials’, porque fueron educados por padres que enviaron mensajes mixtos, combinados entre elogios y críticas, lo cual hizo que aumentará el riesgo de sentimientos fraudulentos.

“La intensa presión que se ejercen ellos mismos para diferenciarse a través de sus habilidades o llevar una vida socialmente perfecta. A lo anterior se suma la masificación del uso de las redes sociales, espacios virtuales en donde no dejan de recordarles los logros de los demás, lo que hace inevitable que se comparen constantemente, convirtiéndose así, en una fuerte directa que ataca al autoestima”, señala la experta.

La docente señala, además, que este síndrome puede afectar gravemente las posibilidades de las mujeres en el mercado laboral: “si no se trata a tiempo puede traer un impacto negativo en sus carreras profesionales, porque contribuye a la ansiedad, al aumento de las dudas y los temores persistentes al fracaso. Por eso, quienes lo sufren, siempre quieren demostrar que son capaces, por eso trabajan en exceso, se sugiere reevaluar esto”.

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¿Hay tratamiento?

Actualmente no existe un tratamiento específico para el síndrome de la impostora, pero “los psicólogos afirmamos que debemos aprender a pensar como no impostores, aprender a valorar las críticas constructivas, comprender que en realidad lo que está haciendo la persona que lo sufre es ralentizar a su equipo cuando no pide ayuda. También conviene recordar que cuanto más se practique una habilidad, mejor lo hará”, dice la experta.

¿Cuál es el origen de síndrome ?

La psicóloga Alicia Escaño explica cuáles pueden ser los orígenes de este síndrome:

1. La dinámica familiar. Es común que los padres o docentes, cuando el grupo está conformado por niños y niñas, tiendan a valorar más las aptitudes de los varones y establecieran unos patrones de comparación que luego influyeron negativamente en la autopercepción. 

2. Los roles de género. El síndrome del impostor afecta a hombres y mujeres, pero los roles de género le exigen a las mujeres mucho más y, además, se les impone una perfección en cada uno de dichos roles: fallar en uno tiene un efecto dominó y esto hace que la presión hacia las mujeres sea mucho mayor cuando cometen errores. 

3. La diferencia salarial y de reconocimiento. En general, existen siempre algunas personas que serán más valoradas que otras en el trabajo, pero a las mujeres les cuesta lograr cargos más altos y cuando lo hacen, se les atribuyen otras “capacidades” diferentes a los conocimientos o a la habilidad para lograrlo, fomentando así una predisposición para que aparezca el síndrome de la impostora. 

4. Autoexigencia. Las personas muy exigentes consigo mismas con frecuencia sienten la frustración en el trabajo de forma distinta y tienden a evaluar menos el contexto y llenarse más de reproches a sí mismos, así como a desconfiar de sus capacidades.