El Colombiano es un grupo editorial multiplataforma con más de 110 años de existencia. Nació en la ciudad de Medellín en Antioquia. Fundado el 6 de febrero de 1912 por Francisco de Paula Pérez, se ha especializado en la investigación y generación de contenidos periodísticos para diferentes plataformas en las que provee a las a...
La figura del genio ha desafiado las explicaciones racionales a lo largo de la historia, y el caso de José María Villa, creador del emblemático Puente de Occidente, así lo evidencia. La historia de su excepcionalidad empieza en la vereda de Sopetrán, donde un niño era capaz de resolver complicados problemas matemáticos con sorprendente facilidad. La memoria familiar, como relata el arquitecto Juan Villa, ha alimentado durante generaciones las anécdotas sobre la genialidad de José María. Sin embargo, la conciencia de esta cualidad nunca fue motivo de arrogancia familiar, sino de reconocimiento realista frente a un talento extraordinario y poco común.
La educación de Villa fue inusual para su tiempo. Adoptado intelectualmente por su tío Juan Nepomuceno Villa, el joven José María fue formado en idiomas, literatura clásica y música, desarrollando así un pensamiento versátil y abierto. Sin embargo, la magnitud de su intelecto pronto exigió mayores desafíos. Así, fue admitido como el estudiante más joven en la Universidad de Antioquia y más tarde se convirtió en su profesor más joven. Considerando que el escenario local le quedaba limitado, fue enviado a los Estados Unidos, donde participó en grandes hitos de la ingeniería, como la construcción del puente de Brooklyn y colaboró en el taller de Thomas Edison. Esta oportunidad fue resultado del respaldo de la élite antioqueña, una práctica que marcó el desarrollo profesional de varios de los talentos de la región.
Ya de regreso en Antioquia y comprometido con quienes impulsaron su formación, Villa lideró la construcción del Puente de Occidente entre 1887 y 1895. La obra representó un salto técnico para el país, enfrentando una geografía compleja, un presupuesto limitado y restricciones materiales. Detalles como la falta de madera lo suficientemente larga obligaron a inventar soluciones inéditas, como el sistema de péndolas oblicuas, que permitió otorgar rigidez empleando torres menos altas, una contribución única a la ingeniería de puentes.
En el contexto mundial, el Puente de Occidente inició su construcción el mismo año que la Torre Eiffel, y aunque sus destinos fueron distintos, ambos representaron manifestaciones excepcionales de la creatividad de sus autores. Mientras la torre parisina se ha convertido en símbolo de su ciudad, el puente de Villa sigue siendo una arteria viva, vital para las comunidades de la región y relacionado directamente con el proyecto de conectar Antioquia con el mar. Las comparaciones resaltan la vigencia funcional y simbólica de la obra.
El Puente de Occidente, además de su impacto en la infraestructura vial, estuvo ligado al desarrollo eléctrico, pues allí se concibieron los cálculos para la primera generadora de Antioquia que impulsó la electrificación de Medellín. Esta interrelación entre ingeniería, territorio y progreso es parte del argumento que respalda su candidatura ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como Patrimonio de la Humanidad. Aunque desde 2012 existe un reconocimiento en la lista indicativa, la postulación formal aún espera el respaldo institucional y comunitario necesario para avanzar. El caso pone en perspectiva la dificultad de reconocer y preservar el legado de los visionarios, que a menudo son más admirados por las generaciones futuras que por sus contemporáneos.
¿Qué exige la UNESCO para que una obra sea reconocida como Patrimonio de la Humanidad?
Para un país, la declaratoria de un sitio como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO representa no solo prestigio internacional sino también responsabilidades. La inclusión implica demostrar el valor universal excepcional del bien, su autenticidad, integridad y un régimen claro para su protección. Por ello es relevante comprender los criterios técnicos y de gestión que exige la UNESCO, especialmente en el caso de obras como el Puente de Occidente, cuya conservación enfrenta retos de mantenimiento y apoyo institucional.
En el caso colombiano, la gran mayoría de los bienes reconocidos por la UNESCO corresponden a patrimonios naturales o construcciones coloniales, sin que hasta ahora una obra desarrollada en la república —como el Puente de Occidente— haya recibido ese estatus, lo que hace más relevante el debate actual en torno a su postulación.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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