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Escrito por:  Óskar Ortiz
Redactor     Oct 14, 2025 - 12:40 pm

Las recomendaciones de los expertos suelen quedarse en el tintero para muchos, pero cuando la salud está en medio parece más que pertinente ponerles especial atención en cada caso.

Ese es el caso de los vasos que toman un olor a huevo que llega a causar desagrado sin que se conozca en realidad qué es lo que pasa, tema sobre el que Heinz Wuth puso la lupa.

El hombre que es conocido por su cuenta de Instagram @soycienciaycocina explicó qué pasa detrás de ese hecho particular y sorprendió al aclarar que no necesariamente tiene que ver con un problema de higiene.

¿Qué causa el olor a huevo en los vasos de cocina?

A veces los vasos pueden emitir un olor parecido al huevo podrido, y no siempre eso significa que estén sucios. Según el experto Heinz Wuth, este aroma se explica por un fenómeno químico: las bacterias presentes en el agua consumen sulfatos y liberan sulfuro de hidrógeno (H2S), un gas con olor a azufre, que queda atrapado especialmente cuando los vasos se secan sin ventilación.

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El experto indicó que este problema se hace más frecuente si se usa agua denominada dura por sus niveles elevados de calcio y magnesio, pues esos minerales pueden reaccionar con compuestos de azufre y potenciar el olor desagradable.

“Se forma cuando bacterias en el agua consumen sulfatos y liberan este gas como desecho. Esto ocurre más en aguas duras, ricas en calcio y magnesio que al reaccionar con compuestos de azufre aumentan el mal olor”, explicó Wuth.

Adicionalmente, si los vasos se colocan boca abajo o en lugares cerrados justo después de lavarlos, el aire no circula bien y permite que ese gas se concentre en el interior del vidrio.

Para eliminar esa molestia, el especialista recomienda algunos pasos sencillos pero eficaces:

  • Lavar los vasos con agua tibia, usando jabón, y frotarlos adecuadamente para desprender residuos.
  • Enjuagarlos bien y dejarlos secar al aire, preferiblemente boca abajo o en posición que permita ventilación.
  • Si ya tienen olor, aplicar una mezcla con vinagre y agua: el vinagre neutraliza los compuestos azufrados, ayudando a disipar el mal olor.
  • Cambiar regularmente la esponja o estropajo de cocina, y evitar dejarla húmeda por largos periodos, para prevenir que se desarrollen bacterias que contribuyan al olor.
  • No apilar vasos limpios inmediatamente; es mejor mantenerlos separados para que la humedad residual no favorezca la retención de gases.

“Ese olor a huevo en los vasos no necesariamente significa mala higiene, sino un efecto del agua y del secado. Ahora ya sabes cómo evitarlo”, sentenció en el video.

¿Cómo es mejor el agua para lavar la loza?

Al lavar la loza, el tipo de agua ideal depende del grado de suciedad de los utensilios, pero en general el agua tibia o caliente resulta más eficaz, sobre todo cuando hay grasa o restos de aceites.

Según expertos, las grasas tienden a solidificarse en agua fría y se adhieren con más fuerza, mientras que al usar agua caliente o tibia, la grasa se ablanda y se desprende más fácilmente durante el fregado.

Eso sí, no siempre es imprescindible que toda la limpieza se realice con agua muy caliente. Si los platos sólo tienen residuos ligeros o no contienen grasa, el agua a temperatura ambiente mezclada con jabón puede ser suficiente.

Además del factor temperatura, hay estrategias prácticas para optimizar el uso del agua al lavar loza. En lugar de lavar cada pieza bajo el chorro de la llave, es recomendable llenar recipientes con agua jabonosa para remojar y frotar. Luego, usar agua limpia para enjuagar, evitando dejar la llave abierta continuamente. Esta técnica reduce el desperdicio y mantiene la eficacia del lavado.

También es clave retirar previamente los restos sólidos de comida con una servilleta o espátula antes de lavarlos, para evitar que estos residuos saturen el agua y dificulten la limpieza.

¿Qué es mejor entre tener vasos de vidrio o de plástico?

Tanto los vasos de vidrio como los de plástico tienen ventajas y desventajas, y la mejor elección dependerá del uso, la salud y el impacto ambiental.

Por un lado, el vidrio es químicamente inerte: no libera sustancias químicas ni altera el sabor ni aroma de las bebidas. Además, es totalmente reciclable sin pérdida de calidad, y puede reutilizarse muchas veces.

También se considera más seguro en términos de salud, pues no contiene aditivos como BPA que algunos plásticos sí pueden aportar bajo ciertas condiciones.

Sin embargo, su producción consume mucha energía (por las altas temperaturas necesarias) y el vidrio es más pesado y frágil, lo que implica riesgo de rotura y gastos durante transporte o manipulación.

En cuanto al plástico, su fortaleza reside en la ligereza y resistencia al impacto: no se rompe con facilidad, lo que lo hace seguro sobre todo en ambientes donde hay niños o riesgo de caídas. También suele ser más barato y fácil de fabricar y transportar.

No obstante, muchos plásticos pueden lixiviar sustancias químicas (como el bisfenol A u otros aditivos) si se usan con calor o durante mucho tiempo, lo cual puede afectar la salud. Además, el plástico tiene un ciclo de reciclaje más limitado y puede generar microplásticos que contaminan el medio ambiente.

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