Es muy importante tener en cuenta que la generalizada impresión acerca de que la causa del picor de diversa intensidad y en ocasiones compulsivo, sin control y automutilante, inducido por el trauma-autoinflingido, siempre está relacionado con reacciones de hipersensibilidad (alergia), no es en todos los casos cierta.

Es determinante saber, que más de una causal puede estar concurriendo en el mismo paciente. Recordemos, que de cada 10 perros alrededor de 7, padecen en algún momento de su vida alguna alteración cutánea, y que la mitad de esa población así afectada, cursa con signo de comezón (prurito), ya sea de carácter agudo o crónico, de origen genético o adquirido, pero que, cuando es correcta y tempranamente diagnosticada tendrá, sino curación, mínimo un control adecuado, retornando calidad de vida a nuestro paciente y a sus propietarios (la familia).

Son múltiples las causas generadoras de picor, comezón o prurito, que el paciente intenta mitigar mediante la respuesta de rascado, mordedura, lamido, frotación o macerado de su piel y que acorde con la intensidad del estímulo, con el tiempo de instauración y evolución de ellas sin diagnóstico, sin correcto y adecuado tratamiento, las inductoras y perpetuantes de este frecuente y lesionante signo clínico dermatológico, ocasionarán muy severos daños sobre la piel y el pelaje de su animal de compañía.

Es definitivo que el Médico dedique en la consulta, sesuda, detenida y profunda pesquisa precedente (tiempo dedicado por el facultativo para obtener valiosa información), acerca de la forma de aparición y emergencia de este signo clínico en cada paciente, ubicación corporal de las primeras manifestaciones de picor, la forma de progresión sobre la superficie cutánea, la intensidad del mismo inicialmente y en la medida de la progresión de la dermatopatía.

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Todo lo anterior hará que la exploración dermatológica efectuada al paciente, sea completa o por el contrario deficitaria, conllevando omisión de importante información, que afecta el acopio de datos en el historial clínico, deteriorando el proceso semiológico e impactando las decisiones a tomar, en el enlistamiento de probables diferenciales, las pruebas diagnósticas requeridas, el abordaje terapéutico y desde luego el pronóstico de su animalito.

Es incorrecto, sin haber aplicado óptima metodología médica exploratoria, sin haber realizado las pruebas dermatológicas necesarias y adecuadas para efectuar diagnósticos de exclusión, asumir “a priori” la existencia de una dermatopatía por hipersensibilidad y/o alergia, por el solo hecho de la presencia del ciclo comezón-picor-rascado persistente y/o crónico en su perro.

Son muy diversas las causas inductoras de picor cutáneo y de la consecuente necesidad de rascarse, las hay primarias y secundarias, de origen genético o adquirido, nutricional, parasitario (endoparásitos y ectoparásitos), Infecciosas de causa diversa (bacteriana, levadural, micótica), neoplásicas, inmunológicas y finalmente por hipersensibilidad o alergia.

La identificación de la causa o causas de prurito, será aguzada función médica que permita diferenciar las primarias de las secundarias, controlando o evitando todos los agentes y noxas que induzcan, potencien y generen sinergia (sumatoria) en el estímulo de picor, a fin de minimizarlo, modificar el umbral y modularlo, disminuyendo o eliminando la respuesta de rascado, cuando logremos un estímulo pruritógeno “límpio” en nuestro paciente.

Antes de llegar a una diagnosis por hipersensibilidad, el médico debe haber realizado la confirmación/exclusión y/o correspondiente terapia de otras causas frecuentes (únicas y/o asociadas) generadoras de prurito en dermatología canina, tales como: Scabiosis, Levurosis (Malazzesial), Pioderma (identificando su localización, profundidad, agudeza y cronocidad), la integridad o disrupción en la inmuno-competencia del paciente (Demodexia), Disqueratosis,  mal, sub o franca desnutrición, metabolopatías – Obesidad, alteraciones endocrinas (Enfermedad de Hashimoto), Infestaciones por pulgas-Pulicosis, por piojos-Pediculosis, Cheyletiellosis y en un muy bajo porcentaje de la casuística, evidente presencia de Dermatofitosis.

Después de todo lo anterior, se podrá abordar con muy probable certidumbre, el proceso hacia la diagnosis de una dermatopatía por hipersensibilidad o alergia, dentro de las cuales debemos considerar:

DAP – Dermatitis alérgica a la picadura por pulgas, la denominada DAC – Dermatitis Atópica Canina y la HA-hipersensibilidad alimentaria o RAA (RAF) o reacción alérgica alimentaria o al alimento, además, no podemos soslayar que estos dermatópatas son proclives a padecer y manifestar alergias de contacto y Farmacodermias o RCM – Reacciones Cutáneas Medicamentosas (de origen tópico o sistémicas).

Las Hipersensibilidades requieren del buen saber, del bien hacer y del mejor hacer saber del Médico, frente al propietario del perro.

Será fundamental informar y hacer comprender la condición crónica de estas patologías tegumentarias, que requieren terapias de largo plazo, permanentes, con mayor o menor intensidad en ciertas épocas (de crisis) durante el año y de por vida en los pacientes hipersensibles.

Todas las terapias, correctamente indicadas, prescritas, monitoreadas e individualizadas por parte del médico, y adecuadamente suministradas por el propietario, beneficiarán la calidad de vida del binomio paciente-propietario (familia), pues la investigación cada día, permite tener al alcance un mayor y más variado arsenal terapéutico, para el eficiente control de este molesto y deteriorante signo clínico dermatológico.