Concluyeron que el impacto del calzado contra el pavimento estira y afloja los nudos, mientras que el vaivén producido al caminar o correr actúa como si se estuvieran jalando los extremos de los cordones, indica La Vanguardia.
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Para el estudio, los científicos grabaron en cámara lenta el movimiento de los cordones al correr y analizaron las fuerzas que experimentaban los pies, al igual que cada uno de los nudos.
Explicaron que cuando corremos y los pies chocan contra el piso experimentan una fuerza que “equivale a siete veces la gravedad terrestre que afloja el lazo”. A eso se le suma la fuerza inercial producida por la oscilación de las piernas, que es la que jala los cordones.
Apuntaron que algunos cordones pueden ser mejores que otros para atar nudos, sin embargo, “la mecánica fundamental que los hace fallar es la misma”.
“Si puedes empezar a entender el lazo de los zapatos, puedes comenzar a aplicarlo a otras cosas, como el ADN o microestructuras, que fallan bajo fuerzas dinámicas”, declaró Christopher Daily-Diamond, coautor de la investigación.
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