Como explicó CNN, estos sonidos hacen que las personas se desesperen y tengan la necesidad de gritar; por el aislamiento, el malestar puede ser mayor y el sentido del oído suele agudizarse cuando alguien muerde, mastica, sorbe o hace crujir objetos.

El problema se conoce como misofonía, que significa: odio al sonido, como le explicó al medio Zachary Rosenthal, profesor de psicología de la Universidad de Duke.

Como detalla un estudio de la Universidad del Sur de Florida, entre 15 % y el 20 % de la población puede presentar esta molestia, que también genera ansiedad y es una reacción fisiológica.

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Pese a la preocupación, Rosenthal aclaró que esto no es un fenómeno psicológico o psquiquiátrico, y tampoco significa que ocurra con solo los sonidos producidos al comer, también ocurre con quienes escuchan el clic producido por un mouse o esfero y hasta el contacto de un lápiz con una mesa.

“La mente lo interpreta como tóxico o dañino”, dijo Jennifer Brout al informativo, y agregó que la persona puede sentir pánico y hasta ganas de alejarse del lugar.

Cabe aclarar que este problema no tiene ningún tratamiento específico, si se hace muy frecuente lo mejor es consultar a un especialista, para identificar la raíz de la molestia, concluyó el portal.